Alimentos y consumo responsable

Sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre” (LS 50, Papa Francisco)

 

Según un estudio realizado por el Instituto Técnico de Biotecnología de Suecia a petición de la FAO, hace unos años, alrededor de un tercio del total de los alimentos que se producen en el mundo se tiran. Esto equivale a unos 1.300 millones de toneladas al año, lo que significa que una buena parte de los recursos que se emplean para la producción de los mismos: tierra, semillas, agua, energía, no sirven para nada. Para colmo, muchos de estos alimentos se han obtenido contaminando la Tierra con fertilizantes, herbicidas, plaguicidas y utilizando medios que aceleran el cambio climático.

Los alimentos se desperdician a lo largo de toda la cadena de la alimentación, extendiéndose su desecho desde la producción agrícola y ganadera hasta la mesa del consumidor. En los países ricos los alimentos se desperdician sobre todo al final de la cadena, es decir, cuando ya están preparados para el consumo, lo cual significa un derroche aún mayor de energía. En los países pobres, es al inicio de la cadena cuando se producen estos desperdicios.

Mientras, según la FAO ( Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), 800 millones de personas en el mundo pasan hambre. Según otras organizaciones esta cifra es aún mayor. La cantidad total de alimentos que se desperdician es superior a la que se necesitaría para alimentar a todas las personas que pasan hambre en el mundo. Es decir, que simplemente con aprovechar todos los alimentos que se producen se acabaría con el hambre.

En la Unión Europea se desperdician al año 89 millones de toneladas, lo que supone una media por habitante y año de 197 kg. Donde más se desperdicia es en los hogares, un 42 % del total, durante la fase de fabricación un 39 %, en la restauración un 14 % y en la distribución un 5 %.

¿Qué ocurre en España?

Según el Ministerio de Alimentación, Agricultura y Medio Ambiente, España es el séptimo país de la Unión Europea que más alimentos desperdicia, informando estas mismas fuentes, de que los alimentos más desechados en los hogares son los sin procesar (frutas, verduras, hortalizas) y el pan. Este desperdicio se debe a varias causas:

– En los hogares, por los malos hábitos de compra y consumo: se compra más cantidad de la que se va a consumir y los alimentos caducan o se inutilizan en nuestras casas. Según la OCU tiramos el 5% de los alimentos que compramos. También, a veces, sobra comida que permanece en la nevera hasta que se descompone.

– En las cadenas de producción y distribución, por un funcionamiento deficiente de las mismas: por falta de conocimiento y capacidades de los agentes que intervienen en la cadena alimentaria, falta de tecnología adecuada o carencia de las infraestructuras necesarias para la distribución.

¿Se puede hacer algo?

Hay que tener claro que el actual modelo de producción de alimentos considera que éstos son un negocio sujeto a las prácticas de mercado en las que ganan los intermediarios. Esto provoca que en origen, es decir al agricultor y al ganadero, se les pague poco, mientras que el consumidor tiene que pagar más por los productos haciendo que muchos no puedan comprarlos.

Además de considerar a los alimentos como un negocio, el actual modelo de producción es social, económica y ambientalmente insostenible: La tendencia en uso a comprar cuanto más barato mejor, lleva a que la oferta de los productos no responda a cuestiones éticas ni de calidad ni de justicia con los productores o con el planeta.

Por ello, deberíamos apostar siempre por potenciar el comercio local y en la medida de lo posible, acercar el productor al consumidor, evitando los mediadores. En Sevilla hay algunas experiencias de este tipo. Una de ellas es la de Bioalverde que es una empresa de inserción social impulsada por Cáritas. Por medio de sus productos promueven el consumo justo, sostenible, ecológico y responsable. Potenciar este tipo de comercio debería ser empeño de todos.

Por último, como decíamos al principio, deberíamos hacer nuestra la frase del papa Francisco: “Sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre” (LS 50).

Delegación Diocesana de Pastoral Social, Justicia y Paz

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