«En el Corazón de Jesús encontré todo cuanto necesité y aún más»

 Quiero hablaros del Centro de mi Amor, de donde nace el Amor que llena mi vida, os quiero hablar del Sagrado Corazón de Jesús.

Desde que pienso que el Sagrado Corazón de Jesús está en mi día a día, recuerdo verlo en casa, en la parroquia, en casa de mi abuela, me lo encontraba en infinidad de ocasiones, porque el Señor es así, nos sale al paso continuamente.

La devoción al corazón del Señor surge en la Edad Media, se prolonga a lo largo de los siglos, innumerables Religiosos y Santos nos hablan de la importancia de la veneración al preciosísimo Corazón de Jesús, especialmente los jesuitas, que llevan este tierno romance hacia Jesús a toda América Latina y Japón.

La orden de la Visitación de María en la figura de Santa María de Alacoque, hacen del corazón de Jesús el eje de su vida religiosas, propagándose por todo el mundo sus promesas (hechas por el Señor a La religiosa), como la creación de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús, que nos llama a dedicar una hora de nuestros quehaceres a una intención y unos patronos, que están dentro de un reloj donde quedan apuntados los miembros de la guardia.

Me gustaría tener las palabras adecuadas para que pudierais sentir mi Amor por Él y el Amor que nace del corazón de Jesús por todos nosotros.

En los momentos más tristes de mi vida cuando sentía que el corazón me sangraba del dolor tan grande, tras la pérdida de mis padres con tanto sufrimiento en sus enfermedades, solo podía hacer una cosa, acudir día tras día ante Él, ante aquella lámina antigua que estaba en casa de mis padres, a la que recé la mañana en que tomé mi primera comunión, al que saludé el día de mi confirmación, pues ante ese mismo rostro, ante Él había crecido, ante aquel corazón del que yo sentía que salía toda la Misericordia del mundo, toda la bondad y la piedad, manantial de gracias y amor que no conoce medida, ante ese corazón que ardía de Amor pero no me quemaba, me arrodillaba, buscando como lo que era, una huérfana de Amor, el alivio, el bálsamo a una pena tan grande y tan profunda.

No recuerdo una etapa de mi vida más feliz con el Señor, porque yo, herida en el Amor de la pérdida de quienes me habían traído al mundo, encontré todo cuánto necesité y más aún.

Cómo me cuidó el corazón el Señor, cómo me amó, cómo me pulió y me hizo crecer en Amor y en Fe.

Desde entonces no me canso de hablarles a todos del Amor del Corazón de Jesús, del abandono en su confianza, puede haber algo más bonito que dirigirse a Él y decirle con toda verdad de nuestro corazón, ¿en vos confío?, no, no lo hay. Quien confía en Él no perece, quien acude derrotado, empedernido de pecados, sin rumbo, con miedo y le habla al Corazón de Jesús, creedme, solo conocerá Amor del bueno, jamás volveréis iguales de un encuentro con su corazón. Hacedme caso, acercaos al Sagrado de Corazón de Jesús, hacedlo el centro de vuestras vidas, de vuestras familias, de vuestros hogares, no hay dulzura más grande que su Amor inconmensurable, quien lo tome en su corazón nunca más estará solo ni falto del calor de un corazón vivo y generoso.

Me despido de vosotros, como empiezo y termino cada día de mi vida, desde que mami querida, puso en mis labios estas palabras, «Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío».

Caridad Muñoz 

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