“Hay que enseñar a la gente a amar”

Beatriz Melguizo

1964, Madrid

Responsable del COF Triana-Los Remedios

 

Cada vez que tiene ocasión, el Arzobispo de Sevilla subraya la Pastoral Familiar como una de sus prioridades –junto al Seminario, “la niña de los ojos del obispo”- en los años que lleva al frente de la Iglesia en Sevilla. Fruto de esta dedicación es la creación de los cinco Centros de Orientación Familiar (COFs) repartidos por la Archidiócesis, puntos de referencia obligada para las parejas que atraviesan dificultades. Una de las personas que colaboran desde el inicio del proyecto es la abogada Beatriz Melguizo.

Junto a su marido, Javier Godoy, está involucrada en “una misión, más que voluntariado”, incardinada en el proyecto pastoral de la Delegación Diocesana de Familia y Vida. Su espiritualidad se apoya en el Apostolado de la Oración y los encuentros de Familias por el Reino de Cristo (FRC), y una de sus obsesiones pasa por la formación -con el máster Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia-, algo que, según reconoce, le ha servido tanto en la labor que desempeña en los COFs como en su vida familiar. Madre de dos hijas y letrada en ejercicio, se deja las horas escuchando a las parejas que se acercan al centro. “Nuestro icono es la parábola del buen samaritano, poner aceite en las heridas, acoger, escuchar…” Una tarea que no cae en saco roto, como lo atestiguan las relaciones que se han podido salvar gracias a la ayuda de los innumerables profesionales que prestan lo mejor de ellos mismos en una tarea tan encomiable como necesaria hoy día.

Beatriz quiere destacar la implicación de las hermandades del barrio para que el COF siga siendo una feliz realidad, y recalca que “no somos ejemplo de nada”. No en vano, subraya, “podemos tener los mismos problemas que nos relatan las personas que acuden a los COFs”. Llega a afirmar que a veces no sabe “quién ayuda a quién”, y trabaja en un ámbito en el que no se juzga a nadie, prima la “absoluta confidencialidad”, y más de una vez ha asistido a situaciones muy dolorosas que le llevan a considerar que “hay gente a la que no le han enseñado a amar”.

Es la familia, y en ella nos jugamos buena parte de nuestro futuro, nuestros valores, nuestra identidad.

 

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