Miércoles 5º de Cuaresma (B)

Lectura del santo evangelio según san Juan (8,31-42):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Comentario

La verdad os hará libres

Nos gusta llenarnos la boca con la palabra libertad. Cervantes hace decir a Don Quijote: «La libertad, querido Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos». Y por ahí se intuye algo que el Evangelio del día deja bien a las claras: que la libertad es condición de la verdad. Quien vive en la mentira o en la equivocación no es libre. Lo acredita la propia construcción de la frase porque decimos que está preso del error. Por eso Jesús viene a conceder la libertad definitiva, a romper las ataduras que mantenían preso al pueblo israelita, en primer lugar, la propia animadversión hacia su predicación, su Palabra que es causa de escándalo y motivo suficiente, a sus ojos, para su condena a muerte. «Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Por eso no lo entendían, porque no les cabía en la cabeza que estuvieran esclavizados a nada y así no escuchaban lo que decía. También el pecador se engaña creyendo que elige sin ataduras cuando está sometido al Mal. La Verdad es la única que concede libertad de espíritu, el preciado don que, como decía Don Quijote, a los hombres dieron los cielos.

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