“La gente está deseosa de Dios”

José Antonio Senovilla

Vicario del Opus Dei en Rusia (2007-2017)

“La gente está deseosa de Dios”

La noche del 9 de noviembre de 1989 los ciudadanos de Berlín Este comenzaron a cruzar los puestos fronterizos con la zona occidental, sin oposición policial y focalizando la atención de un mundo que asistía atónito a la caída del Muro. Este acontecimiento significaba el final de una frontera que dividió la ciudad, separó familias y simbolizó la polarización de la política internacional en dos grandes bloques. Uno de ellos, el auspiciado por la extinta Unión Soviética, desaparecía de la noche a la mañana, dando paso a un nuevo orden en el que la libertad cobraba un nuevo significado. También la libertad religiosa.

José Antonio Senovilla, natural de Jaén y miembro numerario del Opus Dei, ejercía la abogacía mientras seguía a través de la televisión este cambio de era. No imaginaba entonces que 18 años después, ya ordenado sacerdote, recibiría el encargo del prelado de la Obra de dirigirse a Moscú para ejercer como vicario en un país que se abría a Europa, y cuyos ciudadanos conservaban la fe de sus mayores “gracias sobre todo a las abuelas –afirma- que mantuvieron y trasmitieron esa fe en el seno de las familias”.

Los iconos son ventanas a la eternidad

Diez años después recuerda la cálida bienvenida que le dispensó el pueblo y la Iglesia en Rusia: “mi llegada a Moscú fue un 26 de junio, curiosamente festividad de San Josémaría Escrivá, y durante estos años he comprobado en primera persona hasta qué punto la gente está deseosa de Dios”. No olvida algunas situaciones dramáticas que ha compartido con los rusos, y relata con admiración “el respeto que dispensa ese pueblo a la Eucaristía, el clima de oración que se llega a vivir y cómo manifiestan una fe profunda”.

Allí descubrió los iconos –“una ventana a la eternidad”- y comprobó la relevancia que se da en esos países a cualquier gesto que redunde en la tan ansiada unidad de las iglesias cristianas. En este sentido, valora muy positivamente el acercamiento del papa Francisco: “la voz del papa ha conmovido a los ortodoxos”, subraya.

Su “complicada relación con el frío” lo trajo de nuevo a su Andalucía natal, y ahora desempeña una nueva responsabilidad en los centros de la Obra en Sevilla. Y sigue echando de menos Rusia, “un mundo menos racional que el occidental, del que podemos aprender muchas cosas”.

 

 

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