Chitty Chitty Bang Bang

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Fue una de las películas preferidas de la infancia de toda una generación. Aunque su producción es de 1968, en España se estrenó en marzo del 69 y aún permanecía en cartelera durante el verano de ese año; el que suscribe puede dar fe de ello porque la vi entonces en una de las salas históricas de Málaga: el ‘refrigerado’ cine Astoria, inaugurado a comienzos de 1966 y equipado con lo último en butacas.

Para el joven espectador actual, acostumbrado a deslumbrantes efectos especiales, “Chitty Chitty Bang Bang” podría parecerle ahora un filme algo ‘primitivo’, pero en su momento nos maravillaron sus logros visuales, impresionantes para la época. De modo que, sin tratarse de una obra maestra, forma parte del nostálgico imaginario cinematográfico y musical de millones de cinéfilos en todo el mundo.

El género musical estaba en alza en esa década, con títulos como “West Side Story” (1961), “Mary Poppins” (1964), “My Fair Lady” (1964) o “Sonrisas y lágrimas”, por citar solo algunos. “Chitty Chitty Bang Bang” aprovechó el ‘rebufo’ de los éxitos anteriores y consiguió una acogida arrolladora entre pequeños y adultos. Dirigida por Ken Hughes, con guion de Roald Dahl, la cinta es la adaptación de una obra de Ian Fleming, creador de la serie de novelas protagonizadas por James Bond. Los hermanos Sherman fueron los autores de la famosa banda sonora, nominada al Globo de Oro; la canción principal obtuvo también una nominación al Oscar.

Dick Van Dyke dio vida a Caractacus Potts, un excéntrico inventor que consigue transformar su viejo coche de carreras en un reluciente automóvil. Para estrenarlo, decide llevar a sus hijos a la playa con la compañía de Truly Scrumptious (Sally Ann Howes), hija de uno de los hombres más ricos de la ciudad. Las fantasiosas y mágicas aventuras en las que se embarcan los viajeros llenarán el resto del metraje, algo excesivo sin duda (145 minutos).

La importancia de la familia, el empleo de la imaginación para hacer el bien, la perseverancia en el esfuerzo por alcanzar los propios sueños, el respeto a los demás y la tolerancia son algunos de los valores que recorren la divertida y a veces disparatada trama de “Chitty Chitty Bang Bang”. Con sus coloridos escenarios, sus vistosas coreografías, las pegadizas canciones y unos personajes simpáticos aunque un poco locatis, la película conectó con el público infantil de finales de los 60 y, casi 55 años después, es probable que vuelva a enganchar con la gente menuda si se le da una oportunidad en un visionado doméstico.

Juan Jesús de Cózar