El milagro de la vida, un testimonio de esperanza

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El proyecto Esperanza y Vida, ubicado en la casa hermandad de la corporación trianera, está dirigido a las madres gestantes en situación de marginación o vulnerabilidad.

Estamos ante un proyecto que echó a andar estatutariamente en forma de fundación, con motivo de la coronación canónica de la titular de la corporación de la calle Castilla, y que en la actualidad se inserta en la Bolsa de Caridad. Los voluntarios y la trabajadora social asignados a Esperanza y Vida ponen a disposición de las mujeres los recursos necesarios para favorecer el desarrollo normal de un embarazo, así como la evolución posterior del niño nacido y la inclusión socio-laboral de la mujer, ayudándola en la búsqueda de empleo. Esta es la respuesta de los hermanos de la O a la laguna social en la que se encontraban las mujeres que llegaban a plantearse la posibilidad del aborto, en un momento difícil, cargado de dudas, miedos e inseguridades, y con un ambiente que acogía con inusitada normalidad el final de una vida.

En esta tesitura, una mujer que se sienta acompañada, escuchada, respetada y atendida debidamente dispone de una perspectiva más amplia en un horizonte nuevo: la maternidad. Jesús Capilla, diputado de Caridad, subraya hasta qué punto está implicada la hermandad en un proyecto que lleva dando frutos en forma de vida: “nos se trata de una sección aparte, de un equipo humano dedicado sólo a esta finalidad, podemos decir –afirma- que los hermanos que así lo desean colaboran en las múltiples áreas que se atiende en Esperanza y Vida”. Todos ellos asumen que trabajan con personas que llegan a la hermandad en medio de un fuerte conflicto emocional, pero el mero hecho de que acudan ya es un primer paso. En los últimos ocho años se ha atendido de forma integral a 205 mujeres que felizmente han dado a luz a sus hijos. 205 criaturas cuyos nombres han ilustrado los cirios que iluminan cada Viernes Santo el palio de la Virgen de la O, un hermoso signo de la implicación de la corporación y, sobre todo, de la decisión valiente de unas madres que han optado por la vida.

Una ayuda integral que no termina en el parto

Las mujeres acuden a este enclave de la calle Castilla procedentes de las Cáritas parroquiales, bolsas de caridad de hermandades y diversas entidades sociales. Pero los miembros de este proyecto cuentan con un aliado privilegiado en la tarea de dar a conocer el servicio entre las mujeres que puedan llegar a necesitarlo: el contacto directo, el testimonio de las mujeres que hoy son madres gracias a la ayuda recibida en la hermandad trianera.

La ayuda no se detiene en el momento del parto. En ningún caso. Desde que una mujer plantea sus dificultades se activa un operativo que va desde la ayuda material, facilitando lo necesario para la madre y sus hijos, hasta el asesoramiento técnico para que el niño crezca en un entorno favorable. Un acompañamiento que en algunos casos ha durado tres años. “Cada caso es distinto, y no hay un patrón cerrado para decidir cuándo la mujer puede continuar sin nuestro apoyo directo”, comenta Capilla, que señala también los casos en los que la hermandad presta “una colaboración más concreta, no tan amplia, a las mujeres que llegan a la casa hermandad sabiendo que aquí somos sensibles a unas necesidades puntuales”.

Luz al final del túnel

El cortometrajeEn el último minuto’, realizado por el periodista Ángel Pérez Guerra, presenta un caso cualquiera de tantos como acuden a la hermandad a lo largo del año. Mujeres envueltas en un mar de dudas, con un horizonte abrumador, pero con una pequeña ventana abierta a la vida. En ese resquicio se abre paso la opción de dar a luz a la criatura que lleva en su seno. Elena Tejedor, la trabajadora social asignada al proyecto, traza junto a los hermanos colaboradores los ejes de la ayuda que Esperanza y Vida puede ofrecer a cada mujer, dentro de las posibilidades de la propia hermandad. Una ayuda que va más allá de la entrega del ajuar infantil o facilitar los medicamentos que precisen madre e hijo. Frecuentemente se encuentran con mujeres inmersas en una situación económica preocupante, que apenas pueden hacer frente a los gastos más elementales de vivienda, comida, etc. Se trata, destacan, de una tarea “complicada pero que merece el esfuerzo”, presidida por el lógico respeto a la intimidad de la madre, una mujer que ha dado un paso decisivo en su vida y que sabe que cuenta con el apoyo de una comunidad eclesial cercana y sensible a su situación.

Todos los que, de una manera u otra, prestan algo más que su tiempo a este proyecto, coinciden en calificar a las futuras madres como “mujeres para quitarse el sombrero”. “Nosotros no decidimos que ese niño nazca, el parto no es un logro nuestro, sino –añaden- de estas mujeres que salen adelante gracias en primer lugar, a sus propias capacidades, a su voluntad por salir adelante, a su apuesta por la vida”.