La dignidad de un pueblo

El Dr. Serapio Roldán, colaborador del COF Triana-Los Remedios, ha querido compartir una detallada crónica de su reciente viaje a Cuba. Allí ha tenido la oportunidad de palpar de cerca la realidad y las penurias, como también la hondura y belleza, del pueblo cubano. En su relato nos acerca a personas y familias que viven en Cuba. Y, aunque la distancia física sea grande, podemos decir que la familia cristiana lo es, allá donde esté, y los valores son los mismos. Lo que cambian son las circunstancias, y en Cuba no debe ser fácil para nadie.

Los Centros de Orientación Familiar diocesanos de Sevilla están al servicio de la familia, y en este caso nos vemos interpelados a ayudar a las familias cubanas. Por un lado, haciendo presente su realidad, para que no olvidemos el sufrimiento de nuestros hermanos. Y, por otro, ayuda en forma de oración por quienes tanto la necesitan. Te pedimos pues, amable lector, que en este momento eleves una oración por nuestros hermanos en Cristo de Cuba.

A continuación, reproducimos el relato del Dr. Roldán.

Desde el aeropuerto a La Habana, pensé que la entrada que habían escogido mis amigos era la de un suburbio de la ciudad. Pero no, para mi sorpresa, estábamos en el corazón de la ciudad. Qué absurdos y manipuladores me parecen los comentarios diarios de los medios aquí en España; nos hacen sentir lo que nos falta, la crisis económica y energética, repetida y machaconamente.

Tras haber visitado y conocido Cuba, su drama humano diario, su agonía lenta, sus calles llenas de baches, sus casas medio caídas, con mugre de años y años. Las colas para conseguir la ración de pan o arroz, las colas para el bus, que tarda horas en llegar. Camionetas de la    posguerra, con 50 o 60 años, los escombros de viviendas en ruinas. Y la tristeza en los rostros de un pueblo, cuyo carácter alegre, cantarín y bailarín, está siendo afectado por la penuria extrema y la falta de libertad para cualquier cosa.

En Camaguey paramos a comer con unos amigos. Él, diácono de la Iglesia. Tienen dos hijos que se han ido a EE.UU. No ven al más pequeño desde hace tres años. Después de la comida vinieron a vernos otras dos familias. Una de ellas era una compañera médico, jefa de Hematología, con su hija de 14 años. Nos contaba: “No podemos recoger sangre de los donantes porque no tenemos bolsas para preservarla”. Su exmarido, pediatra, y otro hijo, que ha comenzado Medicina, se han marchado a Ecuador. Su dolor es muy profundo, se siente desarraigada y le está costando mucho seguir adelante. La otra familia tiene dos hijos, jóvenes estudiantes, que han dado a los padres un ultimátum: están decididos a marcharse de la isla como sea. Los padres, ante esto, han decidido marcharse todos. Salir, cosa nada fácil en un régimen que tiene un control estricto sobre sus ciudadanos. Hay unos amigos en EE.UU que le prestan el dinero necesario para iniciar su vida en España. Ahora tienen que conseguir algún tipo de permiso por estudios, o algo así. En todos, la dignidad conservada, la humildad y la acogida extraordinarias. No son pedigüeños, son hermanos de verdad que necesitan ayuda: unos, para seguir viviendo en las tremendas condiciones a las que ha llegado el país; otros, para salir con los hijos y poder tener la esperanza y libertad que allí no tienen.

En todos, la extraña y maravillosa alquimia cristiana… Hay un germen de felicidad auténtica que se ve en sus rostros. Una felicidad que es fruto de la fe, aquella que nada ni nadie puede quitar… Porque la liberación que Jesús nos ha dado es, sobre todo, un “fenómeno interior”, que ocurre dentro, y que las circunstancias externas no pueden tocar. Es un “te quiero”, que Dios pronuncia en nuestra alma.

Monseñor Dionisio, arzobispo de Santiago de Cuba, un referente moral para toda la Iglesia y todo        el pueblo cubano. Delgado, diabético, de los de cuatro pinchazos de insulina, con casi 80 años, y una vitalidad arrolladora. De trato directo y personal, sin protocolos, que te hace libre desde que te mira, y te hace sentir una amistad verdadera y simple. Visita y cuida a cada persona de la Diócesis, cada monja, cada grupo. Y todo lo vuelve relación personal. Unas palabras suyas, tomadas de su oración ante la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba:

“El éxodo. ¿Se podría llamar así…? Muchos miles de cubanos han decidido marcharse de su país, de su patria. Sienten que no encuentran las condiciones para poder desarrollarse plenamente. Sienten eso, y son muchos miles. Y son muchos miles de familias divididas, y son muchos miles de ancianos que se quedan solos. Muchas familias que sufren porque algunos han muerto en la travesía, ya sea en el mar o por tierra. Yo hago mías las palabras de los Obispos en el documento del pasado año, en  el que nosotros dijimos que toda persona es libre, con derechos y deberes, porque es criatura de Dios, hecha a imagen y semejanza de Dios. Y que toda persona tiene derecho a expresarse y dar opinión sobre las situaciones que nos conciernen a todos. Que se hagan los cambios necesarios para que todo ese nivel intelectual, técnico, social, que hemos adquirido como pueblo, nosotros podamos desarrollarlo en esta tierra, y nos sintamos entonces contentos.”

El testimonio de la Iglesia cubana es fuerte, comprometido y profético. Y, como en tantos otros sitios del mundo, es un fuerte aldabonazo a nuestra Iglesia Occidental, rica, opulenta, y sobre todo protocolaria hasta el extremo. Y aburguesada, instalada en un cristianismo de formas, que ofrece una limosna para tranquilizar su conciencia…

Padre Roberto es un cubano auténtico. Fumador de tabaco negro, tiene ceniceros en toda la casa, y fuma con libertad en cualquier sitio. Lleva, junto a un diácono casado, el Santuario de Regla, que así se llama por nuestra Virgen de Regla, de Chipiona. Reparte comida para mucha gente, la mayoría ancianos cuyas familias han emigrado, y consigue dinero de diferentes partes con el que mantiene todo. Es abierto y te hace sentir en casa enseguida. Siempre con su guayabera, siempre con ese rostro sereno y esa mirada de padre de muchos hijos. Son varias las familias jóvenes que allí trabajan: en la cocina, en los arreglos y mantenimiento de todo el sitio. Es                       un oasis de agua fresca en medio de tanta necesidad y tanta penuria. Las últimas en llegar, y pedir comida, las hermanas de Teresa de Calcuta, que tienen cerca la casa desde donde atienden a los últimos; se llevaron un saco de arroz y un poco de aceite.

Dos niños descalzos, medio desnudos, jugaban en el campo. Un hombre rudo, bajito, con rostro moreno y ojos azules, de sonrisa natural y mirada limpia, se acercó al coche. La mujer permanecía en la puerta de la pequeña casa. Un joven, alto y moreno, llegaba con el mulo a reata. Curtido de sol, se acercó al grupo. Saludos y cortesía. Bajamos los cinco. El hijo mayor es un gen (joven comprometido en la comunidad focolarina), hijo del primer matrimonio de su padre; hermano, pues, del joven del mulo. Vive, ya independizado, en La Habana. Supongo que es a su través, que toda su familia ha entrado en un proyecto de la EdC (Economía de Comunión): proyecto ligado a los Focolares, que trata de promover empresas, que aúnen lo mejor de la economía de mercado, con la hipoteca social que pesa sobre todo bien privado. Ponen en común parte de los beneficios para desarrollar otras empresas. Se enmarca en el gran proyecto de la Economía de Francisco.

Un campo en las afueras de la ciudad, unos cerdos para engordar, unas zahúrdas a medio construir. Se trataba de visitarlos, ver sus progresos, animarlos a seguir, con una mentalidad de pequeños empresarios. El discurso de uno de mis amigos, de Santiago, fue “capitalista”: “Hay q generar ganancias, no se trata de sobrevivir. Hay q pensar a medio plazo, no al día a día que nos tiene inculcado el régimen comunista”. El responsable del proyecto habló comenzando por alegrarse tanto de que hubiesen puesto dos grandes bidones de agua en la parte más alta del rellano, sobre todo para tener presión en las duchas y para el uso doméstico. Atrajo a la mujer y la integró en el grupo: “Se trata de que todos seáis una empresa familiar, que no depende solo del cabeza de familia”. Y, dirigiéndose a él, le pide que aprenda a delegar y a contar con la esposa y con el hijo para todo. “El dinero que os prestamos tiene como objetivo vuestro desarrollo  como empresa, no es un subsidio para sobrevivir”.

Yo estaba esa tarde tan cansado, que me retiré, suavemente, para apoyarme en el coche. El atardecer hizo su aparición: un espectáculo de luzrojiza, con palmas reales de fondo, y olor a trópico… Esa tarde aprendí que los cerdos que comen“palmiche”,fruto y hojas de la palma, sacan un sabor parecido a nuestros cerdos ibéricos que comen bellotas, … ¡bueno, eso habrá que comprobarlo!

Sesenta son los microproyectos de EdC que el focolar sigue. El día anterior a la visita que acabo de relatar, mi amigo había conseguido 200 bloques de hormigón para seguir con la construcción de las zahúrdas. Supo que en un sitio cercano había algunos materiales de construcción que no habían sido recogidos por el comprador, por no tener gasolina para el transporte. Buscó un amigo y se fue al sitio. Se los trajo, y los llevó a aquella   familia.

La playa de Varadero está a dos horas de La Habana, 20 km de arena blanca, palmeras y aguas cristalinas. No hay turismo: la falta de corriente eléctrica, con apagones de 12 horas, y la falta de gasolina, junto a la falta de alimentos y medicamentos, -que, aunque tengas dinero, no puedes comprar porque no hay-, han hecho que el turismo no vuelva. Disfrutamos del día y comimos langosta, que solo se puede adquirir en hoteles y restaurantes, a un precio buenísimo para nosotros, como unos 10 ó 12 euros, y prohibitivo para un cubano, que gana entre 30 a 40 euros al mes.

¡Qué belleza natural tiene Cuba! ¡Belleza cubana, unida al drama cubano!

Espero volver a Cuba, ojalá sea pronto y con mejores condiciones. Y yo, español, heredero de un imperio, que tuvo a Cuba como última colonia, pronuncio para tu alma un “te quiero”.

Serapio Roldán Médico

Colaborador permanente del COF Triana-Los Remedios