¿Qué es lo que el Señor espera de mí?

Durante el Congreso de Nacional de Laicos tuve la oportunidad de participar en  los grupos de itinerarios de Primer Anuncio y Acompañamiento y,  aunque en ambos aprendí mucho,- de uno salí reforzada  y del otro  conocí una realidad que no sabía que existía- lo que más destaco del Congreso es el compartir mi fe con los hermanos de mi diócesis y con los participantes en general, incluidos sacerdotes y obispos, que han estado integrados como si fuesen uno más de los asistentes.

Cuando vives con tantos hermanos, te haces consciente de la cantidad de tesoros que tiene nuestra Iglesia, con tantos carismas, movimientos y realidades que nosotros mismos, tan unidos y vinculados a  ella, no conocemos. Como cura de humildad  he descubierto que muchas personas, incluso de  mi diócesis, no saben qué  es el Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

Igual de importante para mí ha sido comprender que los laicos somos corresponsables, no ayudantes. Que lo que no hagamos se quedará sin hacer. Es cierto que al pertenecer a un Movimiento que se dedica a Evangelizar, eso lo vivo en primera persona, pero  no me había dado cuenta de tantos otros trabajos  que igualmente podemos-  y debemos- hacer los laicos.

Respecto del  Primer Anuncio lo que más destacaría es  su transcendencia no solo al inicio de la vida del cristiano sino en todo su itinerario: Primer anuncio como encuentro personal con  una persona, Jesucristo, del que podemos conocer vida y milagros y sin embargo no conocerlo  personalmente por no  haber podido tener un encuentro con El.  Y esa es responsabilidad del Laico que,  en muchas ocasiones,  tiene más capacidad de llegar que un religioso a  determinados ambientes.

El primer anuncio se hace con oración, si, y con testimonio, también, pero sin olvidar la necesidad del anuncio  expreso con palabras. Contar a quien lo necesite, que conozco  a una persona, que se llama Jesucristo, que ha transformado mi vida y  dándole  sentido y plenitud  y que también se la puede dar a la suya

El Acompañamiento ha sido una verdadera novedad para mi pues siempre lo he relacionado con los sacerdotes y religiosos y resulta que, a pesar de que todos necesitamos ser acompañados, la Iglesia no cuenta con suficiente ayuda para hacerlo. Por tanto es fundamental  promover la cultura del acompañamiento, inculcar el conocimiento para acompañar. Hay que potenciarlo porque no tenemos conciencia de la necesidad y debemos formarnos, sabiendo que es una acción  sobrenatural pues en todo acompañamiento está obrando el Espíritu Santo. No se puede acompañar a quien no se ama.

En ambos itinerarios ha quedado patente la necesitad de activar procesos formativos, aunar esfuerzos tanto en el ámbito diocesano como entre  movimientos y la importancia de desvincular el primer anuncio y el acompañamiento de los Sacramentos. No deben ser los sacramentos la única vía para anunciar a Jesucristo  y acompañar a un hermano en la fe y conviene pasar de de Iglesia sacramental a Iglesia misión .

En el MCC  tenemos Escuela en la que nos formamos para Evangelizar, lo que conlleva que  simultáneamente nos formemos como cristianos en todos los  sentidos.  El modelo en ambos itinerarios debes ser una Escuela  en la que no solo se recibe  formación teórica sino también oración y pertenencia a la Iglesia.

En nuestra Escuela,  al ser  un  Movimiento Kerigmático que se dedica a  pregonar la Nueva Noticia  debemos  prepararnos para Evangelizar  y en la de acompañamiento es necesario crear espacios en los que los acompañantes puedan ser asesorados: Es urgente; el mundo ya tiene  muchos malos acompañantes en las situaciones cotidianas

Acompañar a las familias en las parroquias. Recuperar el sentido de las primeras comunidades cristianas que se sentían familia. Ilusionar, motivar y hacer ver la importancia que tiene esta misión para dar un paso al frente.

En definitiva, dar respuesta a  la vocación. ¿Que es lo que el Señor espera de mi?

Doy gracias a Dos por haberme permitido ser parte de un hecho histórico. A Don Juan José por apostar por el Congreso y  apoyar a la  nuestra Delegación de Apostolado Seglar y  a los representantes de distintas realidades de nuestra Iglesia de Sevilla.

María Luisa Fernández-Cotta, presidenta de Cursillos de Cristiandad (Sevilla)