San Bonifacio, obispo y mártir (A)

Lectura del santo evangelio según San Marcos (12, 35-37)

Mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: «¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice: “Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies”. Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?». Una muchedumbre numerosa le escuchaba a gusto.

Comentario

La muchedumbre lo escuchaba a gusto

Jesús, ¿hijo de David o hijo de Dios? En las Escrituras, varias veces observamos que se dirigen a Jesús con tal calificativo, hijo de David, conforme a la creencia mesiánica que circulaba por Israel en los tiempos de Jesús. El mismo se encarga de descubrir que el Mesías tenía un origen divino y para ello se basa en el salmo de David, para mostrarles la contradicción a quienes lo escuchaban con evidente agrado. La cuestión, desde luego, no se agota en esa enseñanza que recoge el evangelista Marcos y ha resurgido, con diferentes nombres y herejías, a lo largo de la historia del cristianismo muchas veces. Ni siquiera ahora estamos a salvo de considerar el Jesús histórico por encima del Mesías salvador de la humanidad, acentuando la humanidad de Cristo por encima de su divinidad hasta ponerlo sólo un peldaño por encima de grandes lumbreras del género humano como Gandhi o Buda. Pero Jesús es más que eso y nuestra fe contempla a un Dios encarnado que se hace presente en nuestra historia. Por eso la muchedumbre lo escuchaba a gusto, porque era la Palabra misma hablando a los hombres.   

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