Santísima Trinidad (A)

Lectura del santo evangelio según San Juan (3, 16-18)

«Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».

Comentario:

«…ha echado todo lo que tenía para vivir»

     Está Jesús enseñando a sus discípulos y los previene de la actitud de los escribas, buscadores de reverencias, prebendas y honores. Estos que se aprovechan de las pobres viudas para «sacarle los cuartos» con el pretexto de largas oraciones. Y sentándose frente al arca de las ofrendas observa lo que van echando unos y otros, reparando en la insignificante cantidad que deposita una viuda pobre.
     Como continuación a lo que les venía enseñando sobre aquellos que ponen sus intereses en buscar primeros puestos, asientos de honor y banquetes; les pone el ejemplo de aquella viuda. Esa pobre mujer ha depositado todo lo que tenía, ha donado su vida como ofrenda a Dios en aquella ofrenda que ha entregado.
     Los escribas no ofrecen nada, viven en su opulencia egoístamente, y aquella viuda vive generosamente ofreciendo todo lo que tiene, ofreciendo lo que es. Frente al no dar o dar de lo que sobra, Jesús presenta como ejemplo la entrega de aquella que sin mirar a su necesidad lo da todo. Y lo da todo porque confía verdaderamente en Dios y así pone su vida (cuanto tenía) en el arca de las ofrendas. Quien no confía en Dios no dará porque su seguridad está puesta en las cosas que tiene antes que en Dios.
     Si miramos a los escribas y a esta pobre viuda, queriendo seguir a Jesucristo nos debe quedar claro el ejemplo lo que debemos hacer.

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