Viernes de la 18ª semana del Tiempo Ordinario (A)

Lectura del santo evangelio según San Mateo (16, 24-28)

Entonces dijo a los discípulos: «El que quiera venir en pos de mí que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar al Hijo del hombre en su reino».

Comentario

Que cargue con su cruz y me siga

En una ciudad tan llena de cofradías que caminan detrás de una cruz de guía, pareciera que los sevillanos tienen bien presente el significado del Evangelio del día. Jesús le propone a sus discípulos una única norma de conducta: cargar con la cruz. Que es tanto como cargar con el sufrimiento. Pero no como se carga un fardo, insoportable, pesadísimo, que se transporta. Cargar con el sufrimiento que representa la cruz significa dotarlo de sentido, encontrar a Dios en el dolor mismo, trascenderlo para sobrellevarlo. Etty Hilllesum, autora de unos reveladores diarios desde el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, dejó apuntada esta interesante aportación que puede abundar en esta explicación: «El dolor ha exigido siempre su lugar y sus derechos de una manera u otra. Lo que cuenta es el modo como lo soportamos y si estamos en condiciones de integrarlo en nuestra propia vida, y al mismo tiempo, de aceptar asimismo la vida». Esa es la cruz que Jesús nos propone hoy: darse, entregarse, para ganar la vida. Para que podamos decir con esta mujer judía, plena de misticismo, en medio de la adversidad atroz de la Shoah: «Tú que me diste tanto, Dios mío, permíteme también dar a manos llenas».

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