Miércoles de la 10ª semana del Tiempo Ordinario (B)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (5, 17-19)

No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.

Comentario

Antes pasará el cielo y la tierra
Las lecturas del día están en aparente contradicción. San Pablo proclama que la letra de la ley mata y que el Espíritu da vida mientras Jesús explica que su misión es llevar a cumplimiento cuantos preceptos jalonaban la vida del judío piadoso. Él también lo era: fiel cumplidor de las disposiciones sociales y religiosas de su época. Pero esa aparente contradicción se ve superada cuando se examina el fondo de la cuestión y entonces ahí aflora la libertad de espíritu -más bien habría que decir la libertad que otorga el Espíritu- con que Jesús se enfrenta a la ley. Quiere llevarla al extremo, a sus últimas consecuencias, allí donde sea irreversible. Y esto, que suena bien a nuestros oídos, lo hace con su gesto, con su asunción de la tortura y la muerte de cruz como esa consumación de la ley que acaba por superarla, por rebasarla precisamente con la ley suprema que es el amor. Cielo y tierra pasarán, pero el amor como ley suprema no pasará. Porque Dios, que es amor, está fuera del tiempo y del espacio.

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