Viernes de la 32ª semana del Tiempo Ordinario (A)

Lectura del santo evangelio según San Lucas (17, 26-37)

«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre. Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra a dejarán. Ellos le preguntaron: ¿Dónde, Señor? Él les dijo: Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres».

Comentario

El que pretenda guardar su vida, la perderá
De improviso, así llegará el último día. Jesús escoge dos historias sagradas del Antiguo Testamento en refuerzo de lo que dice a los fariseos en continuación de la controversia que la liturgia ofreció ayer. El diluvio universal y la destrucción de Sodoma y Gomorra estaban grabadas a fuego -valga el burdo símil- en la memoria de los israelíes, cuya capacidad de asombro ante lo que leían desbordaba de sobra la nuestra propia cada vez que leemos esos pasajes de la Biblia. Pero entonces y ahora siguen desatando en quien las escucha una sensación de urgencia, de algo apremiante que conviene hacer cuanto antes. Y eso que es necesario no postergar es prepararse, estar dispuesto a salir de la palestra en cualquier momento. Quizá en estos duros tiempos de pandemia seamos más conscientes de que el tiempo no nos pertenece y de que en cualquier momento se nos puede reclamar la vida, que no es nuestra sino regalo del Creador. Bien, Jesús invita a quienes lo escuchaban a alistarse, a prepararse, a vigilar. No sabemos cuándo acabará el mundo que conocemos, pero, sobre todo, no podemos saber cuándo se acabará nuestro pequeño mundo.

 

 

 

 

Post relacionados