Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia (B)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (11, 25-30)

En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Comentario

Soy manso y humilde de corazón
Jesús ofrece una receta infalible para el descanso del alma, esa tortura que en las sociedades contemporáneas constituye una de las principales causas de la angustia en la que nos movemos y existimos. La zozobra del hombre actual tiene mucho que ver con la incertidumbre y la inseguridad que lo atenazan: el horizonte del sufrimiento, la enfermedad y la muerte están mucho más presentes de lo que la cultura del mundo nos quiere hacer ver. Y cuando sobrevienen estos enemigos del alma humana, ya no hay terapia ni medicina apropiada para encontrar una salida, un portillo por el que escapar en pos de salvación. Jesús da a conocer su receta, la única integral, eficaz y radical para salvar al hombre de su propia angustia: acudir a él, aprender de él mansedad y humildad de corazón para encontrar la única solución de verdad.

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