Martes de la 3ª semana de Pascua (A)

Lectura del santo evangelio según San Juan  (6, 30-35)

Le replicaron: «¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”». Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».

Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

Comentario

Yo soy el pan de vida

Quizá las actuales circunstancias de confinamiento en casa sin poder acceder al sacramento del altar nos ha mostrado con más nitidez, si cabe, los contornos del pan de vida del que habla Jesús en este pasaje del evangelio joánico. Porque estamos un poco más cerca de entenderlo, aunque sea tan misterioso y nos suene tan enigmático como siempre. El discurso del pan de vida se nos ha hecho un poco más presente en estas siete semanas en que no hemos podido participar de la eucaristía. Y empezamos a vislumbrar que por encima de las necesidades materiales cubiertas con el alimento de los hombres hay un alimento espiritual encarnado en Jesús Eucaristía tan necesario como el primero. Quién nos iba a decir que una situación tan adversa como la del coronavirus nos iba a acercar un poco más, precisamente por su ausencia, al gran misterio de la presencia sacramental de Cristo en la eucaristía, fuente y culmen de la vida del cristiano. Dios, en su plan infinito e insondable, ya ha empezado a sacar lo bueno de tanto sufrimiento como nos rodea.

 

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