¿Por qué a la Eucaristía se le llama «forma»?

Llamarle forma a una hostia, consagrada o no, no es tan correcto. Algunos usan la palabra «forma», o «sagrada forma» o «forma sagrada» para hablar de la materia eucarística antes o después de la consagración. Pero es mejor rescatar la manera correcta de llamar a la materia de la Eucaristía.

Los documentos oficiales de la Iglesia no utilizan la palabra “forma” para referirse a la materia de la Eucaristía; hablan de “hostias” (Instrucción General del Misal Romano, 286; IGMR, 321), pues la palabra hostia tiene un significado profundo.

Los sacramentos tienen materia y forma. La materia es el elemento material, tangible, sensible al que se acompañan unas palabras del ministro (forma). La “forma”, pues, son las palabras que acompañan un rito.

La “forma” de un sacramento son las palabras que pronuncia el ministro ordenado, y que, unidas a la materia correcta y dichas con la intención que tiene la Iglesia, confieren el sacramento.

Concretamente, en el caso del sacramento de la Eucaristía, la forma es la fórmula de consagración. La “forma” es la fórmula de la consagración del pan y del vino para que se conviertan en el cuerpo y la sangre del Señor Jesucristo.

Y esta “forma” bien podría llamarse “sagrada”, pues son las mismas palabras que pronunció el mismísimo Jesús en la última cena, a diferencia de las otras palabras que forman parte del rito para conferir los demás sacramentos, que son de origen eclesial.

Después de la consagración de las especies eucarísticas, más que hablar de pan (u hostia consagrada) y vino consagrados, lo más correcto y justo es hablar del cuerpo y la sangre de Cristo.

Fuente: Aleteia