De ese modo, es a través de la oración como el hombre se comunica con su Creador, una vez que en el corazón humano está impreso el deseo natural de tender a lo Absoluto, como corolario del inestimable don de haber sido creado “a imagen y semejanza de Dios” (Gn 1, 26).

Ya en el Antiguo Testamento, encontramos varias formas de oraciones, como por ejemplo los salmos caracterizados por himnos que expresaban alabanzas, gratitudes, lamentos y pedidos de perdón al Creador inspirados por el Espíritu Santo, “que intercede a nuestro favor con gemidos inefables” (Rm 8, 26).

Los salmos son versos que están plasmados en un libro de la sagrada Biblia, llamado con el mismo nombre, se realizaron con el fin de alabar a Dios. Fueron escritos principalmente por el Rey David, a quien se le atribuyen 73 de estos, el resto de los autores son Asaf, Salomón y Moisés. A pesar de su razón inicial, terminaron adquiriendo con el pasar de los años otros usos, como el poder de ayudar a las personas en cualquier momento de su vida ya que cada uno de ellos tiene un significado distinto.

Los salmos son oración, hasta que no se rezan no se comprende. Por otro lado se pueden definir como una síntesis del antiguo testamento redactada en forma de verso convirtiéndolos en plegaria. Existen 150 salmos de distintas categorías, con tres factores principales que hay que considerar: La actitud de una persona que reza, el tema de la oración y la función de la plegaria en la liturgia o en la piedad individual.