Acercarnos a María, es acercarnos al camino de santidad perfecto, marcado por Dios para la humanidad. Ella no enseña y nos enseñará por siempre el modo de amar a Dios, de confiar en su Palabra, de confiar en sus designios salvadores.
Que el dulce nombre de María se mantenga siempre en nuestro corazón, en nuestros labios y en nuestras mentes, para que por ella no dejemos de caminar y de acércanos a Cristo, Su Hijo y nuestro Dios.