“Vivir mi vocación junto a enfermos desamparados lo significa todo”

Mª Ángeles Cejudo González. Sevilla (1955) . Madre General de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús.

“Dada mi inclinación por la rama sanitaria, la experiencia vivida con los enfermos acogidos en Regina Mundi y el trato con las religiosas, me fui a Bilbao e ingresé en la Institución. A los 18 años, momento en que me planteé que hacer con mi futuro, me pareció clarísimo que mi camino era la vida religiosa. Luego he comprendido que todos los acontecimientos de mi vida han tenido un hilo conductor”, así describe su llamada a la vida religiosa María Ángeles, Madre General de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús.

“Yo vivo con el convencimiento de que el Señor está en mi vida. Me da el sentido a todo lo que hago y a como lo hago. Confío en la Providencia de Dios que teje los hilos de mi existencia. Ahora, con la edad que tengo, yo no me concibo a mí misma si no es viviendo de la fe en Dios, como religiosa”.

La Vida Consagrada

Durante el mes de febrero, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada y para María Ángeles, esta ocasión se convierte “en un día de acción de gracias, aunque todos los días deben serlo; pero de manera especial celebramos el gran don que supone que Dios nos haya llamado a la vida consagrada. En casa, las hermanas con la oración comunitaria”.

Vivir su vocación en los tiempos que corren ha fortalecido aún más su espíritu de servicialidad y entrega.  “Vivir mi vocación junto a enfermos desamparados lo significa todo. Es el sentido y el estilo de mi vida. Es mi manera de seguir y servir al Señor y a la Iglesia. Es intentar actuar y traer a nuestra realidad, hacer sensible entre los hombres la presencia de Dios amor como nos inculcaba nuestra fundadora”.

Sobre su día a día y la puesta en práctica de su carisma confiesa que “es una fuente de alegría”. Me lo paso muy bien con las personas a las que cuido. En general, son personas sencillas, no solo faltas de salud sino también de cariño y que, al poco tiempo de estar en casa, responden con afecto a los cuidados que reciben”.

Ante la llamada vocacional

A todas las personas que se estén planteando su vocación, María Ángeles les sugiere que “sean sinceras con ella mismas, que profundice en sus motivaciones y luego que no sean cobardes”.

“Por supuesto -advierte- que lo mediten bien, que lo oren y que se acompañen por una persona experta que le ayude a discernir. Pero que no tenga miedo”.

“Tampoco voy a engañarlos- asevera- la vocación religiosa es costosa. Es un compromiso serio y debemos ser coherentes. Si decimos que seguimos al Maestro ya sabemos cuál es la vida del Señor. El discípulo no puede ir por otro camino, aunque cueste. Hoy tampoco lo tenemos fácil; hay muchos factores que no solo no ayudan, sino que nos echan para atrás, pero… merece la pena. Yo me repito muchas veces: El Señor no se deja ganar en generosidad. Lo importante es que cada uno podamos decir: Este es mi sitio, con dificultades, pero Dios me hace feliz”.