Trece vidas

El 23 de junio de 2018 al mundo se le paró el corazón. Como ocurre siempre que un acontecimiento dramático monopoliza los informativos y nos encoge el alma. Ese día, un equipo de fútbol formado por 12 adolescentes tailandeses (de entre 11 y 16 años) y su joven entrenador (25 años) quedaron atrapados en la cueva Tham Luang, situada en la provincia de Chiang Rai, al norte de Tailandia. Las lluvias monzónicas suelen llegar a comienzos de julio, pero una tormenta inesperada inundó la cueva con los chicos dentro, y lo que iba a ser una breve y alegre excursión después del entrenamiento se convirtió en la entrada a una ratonera.

Aunque se trata de un caso bien conocido y ampliamente pormenorizado en Internet, hay que aplaudir la decisión de rodar una película como “Trece vidas”, disponible en Amazon Prime Video desde el pasado 5 de agosto, que recrea con precisión, sensibilidad y hondura la operación de rescate. Cerca de 10.000 personas de 17 países participaron directa o indirectamente en los trabajos de salvamento, para que se produjera un milagro que, al menos durante 18 días, unió al planeta.

Ron Howard, el director, logra hilvanar unas poderosas escenas que embarcan al espectador en un viaje emocional a través de la angustia y el coraje de las familias, los generosos esfuerzos de las autoridades, el heroísmo de los voluntarios y el poder de la oración de tanta gente en todo el mundo. Mérito también del espléndido guion de William Nicholson, reconocido autor de los libretos de “Tierras de penumbra”, “Gladiator” o “Los miserables”. De modo que los 147 minutos que dura la cinta pasan volando

Dos formidables actores, Viggo Mortensen y Colin Farrell, llenan la mayor parte del metraje caracterizados como voluntarios especialistas en espeleobuceo. Le acompañan con solvencia Joel Edgerton, Tom Bateman y Paul Gleeson, además de un competente plantel de secundarios tailandeses. Encomiable también es el trabajo con la cámara, aspecto clave en este tipo de filmes que exigen tomas complicadas sobre y bajo el agua. Y la fotografía, y la música… Grandes valores de producción para un largometraje en el que se han invertido 55 millones de dólares.

En resumen, una película de calidad, profundamente conmovedora, que transforma la tensión en gozo final y donde la bondad campea a sus anchas en miles de corazones solidarios. A muchos adolescentes, habituales del cine de superhéroes, les convendría verla: los que nos presenta “Trece vidas” son muy reales.

Juan Jesús de Cózar

 

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