¡A la Gloria, sevillanos

“¡A las Glorias, sevillanos, a las Glorias ! No las dejemos solas. Disfrutémoslas, porque son nuestras, nos pertenecen tanto como las Hermandades de Penitencia y la Semana Santa y definen también la seña de identidad de esta tierra que es Sevilla”.  (Juan Manuel Labrador).

Una vez pasada la Semana Santa, Sevilla empieza a disfrutar plenamente de sus Hermandades de  Gloria.

Su fin es la veneración a las diferentes advocaciones marianas o santos, como es el caso de San Antonio de Padua, San José Obrero o San Juan Bosco, sin reflejar escenas de la Pasión ni espíritu sacramental.

El período de tiempo en que se celebran las Glorias en Sevilla se extiende desde el mes de mayo, iniciándose  con la procesión de San José Obrero, hasta el 22 de diciembre que se concluye este período con la procesión de la Virgen del Rocío desde la Iglesia del Salvador.

Algunas realizan su procesión coincidiendo con la festividad de la imagen que veneran, y en otros casos la procesión se realiza en otras fechas, como por ejemplo,  los segundos sábado o terceros domingo del mes tras tal festividad.

Desde los inicios del cristianismo aparece claramente constatado la devoción a la Virgen María.

En todas las poblaciones hay al menos una imagen de Gloria, que suele ser la Patrona, a la que el pueblo le rinde su máximo amor. En Sevilla son numerosas las Hermandades de Gloria, aunque con un número inferior a hermanos que las Hermandades de Penitencia,  algunas de ellas tienen 300 o 400 años de historia y aportan a nuestra Archidiócesis de Sevilla  un riquísimo patrimonio cultural, artístico e histórico.

Dentro de las advocaciones marianas de gloria hay una devoción muy marcada a la Pastora, María Auxiliadora, Carmen y Rosario, pues en diferentes puntos de nuestra ciudad se rinde culto a imágenes con estas advocaciones.

Pero, en definitiva, nos adentramos ahora en un tiempo donde podemos disfrutar y vivir los gozos de María, a través de los cultos y procesiones que las Hermandades de Gloria de nuestra ciudad celebran en estos meses.

Acercarse a María, profundizar en sus misterios, conocer y querer más a la Mujer que con su sí a Dios cambió la historia de la humanidad, es la gran suerte de la que podemos disfrutar en nuestra diócesis en este tiempo.

Mari Carmen Hernández.

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