CRECER EN EL ABANDONO 

El padre Carlos Coloma nos dio el otro día una charla a un grupo de hermanas de Emaús sobre el conocimiento de Dios a través del Padre.

Nos habló del “abandono” en las manos de Dios.

Me estaba interpelando todo lo que decía al respecto.

“¡Cuánto me cuesta!”, pensé.

Dios tiene el secreto de mi felicidad y no le dejo actuar en todos los ámbitos de mi vida; no soy consciente de que por mí misma no puedo hacer nada, ni soy nada.

Recuerdo, cuando era niña, que me abandonaba en mis padres; lo que ellos me decían era por mi bien y no me cuestionaba otra cosa.

Y ¿por qué no seguir creciendo en ese abandono?

Cuando don Carlos terminó su charla, tomé consciencia de las palabras de Jesús: “Les aseguro que si ustedes no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 18:3).

Si no aceptamos abandonarnos con la confianza absoluta de un niño pequeño, si no consentimos dejarlo todo en manos del Padre (nuestros deseos, proyectos, preocupaciones, aquello que amamos e incluso nuestros fallos), no podremos entrar en el Reino de los Cielos.

Creemos que podemos con todo y sin Él no somos nada.

Beatriz Melguizo Hernando