Domingo de la 15º Semana (B)

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,7-13):

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

 

Comentario

La determinación de Dios

El viejo sacerdote del santuario real de Betel –estamos a la altura del siglo VIII antes de Cristo- vio peligrar su estatus funcionarial por un joven que decía al pueblo palabras dulces de oír. Sus años de complicidad con la injusticia de los reyes y los potentados le habían ganado una posición que ahora las proclamas por la justicia y la fidelidad a la alianza de Amós ponían en peligro. Abiertamente lo interpeló: “Vete a otro santuario a ganarte la vida, que aquí tengo yo todos los derechos adquiridos”. Amasías no podía entender que aquel muchacho no predicaba la palabra de Dios como un oficio más cómodo que el de agricultor; no podía entender la fuerza que puede tener Dios cuando un joven le abre el pecho sin condiciones. No podía entenderlo. ¿Cómo podrá entender nunca el dinero de amor?

Otro hombre joven, aunque ya maduro en años y en conocimientos, había sufrido un gran desengaño en su propio pueblo, donde fue a predicar, y lo rechazaron por su origen sencillo y humilde. Pero ese desengaño no lo arredró, ni le hizo retroceder. Con mayor ímpetu envió a sus discípulos como evangelizadores itinerantes, con la misión de anunciar la misericordia de Dios a los aldeanos de toda Galilea.

Cuando Dios pone su determinación en consolar a sus hijos sufrientes, en interpelar su corazón hacia un amor más grande, no hay obstáculo que se lo impida. En ti también está esa llamada de Dios a ser instrumento de su buena noticia; en ti también se manifiesta la determinación de Dios en el amor a los pobres. No pases por la vida, sin más. Pregúntale cómo, dónde y cuándo; porque de ello depende que la Vida pase por ti.

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