«Fernando Rielo fue un verdadero místico», monseñor Asenjo en la apertura del centenario del nacimiento del fundador de los misioneros identes

El 10 de diciembre en la bellísima Capilla Real (capilla de la Virgen de los Reyes) de la catedral hispalense y ante la urna que contiene el cuerpo incorrupto de san Fernando, tuvo lugar la solemne misa de inauguración del centenario del nacimiento de Fernando Rielo, fundador de las misioneras y misioneros identes. Fue presidida por monseñor Juan José Asenjo, arzobispo emérito de Sevilla, siendo concelebrada por cuatro sacerdotes: el vicario episcopal Rafael Muñoz, Juan Manuel Morilla, misionero idente, párroco de Constantina, el director del SARUS, Pablo Guija, y Juan César Ramírez sacerdote de Marchena.

El prefecto de liturgia Luis Rueda y el organista de la catedral don Carlos Navascués, que armonizó la Eucaristía, fueron otros de los participantes de este emotivo acto en el que se dieron cita miembros de la Familia Idente, de la Juventud Idente, de la Fundación Fernando Rielo, junto a los misioneros y misioneras presentes, algunos de los cuales hicieron las lecturas, y numerosos amigos, uniéndose a todos ellos un nutrido grupo procedente de la localidad de Constantina donde una comunidad de misioneros identes reside en el monasterio de la victoria de san José.

 

En el contexto de la celebración de Adviento en cuyo ecuador tenía lugar este acto litúrgico que coincidía con el Domingo Gaudete, domingo de la alegría, monseñor Asenjo recordó el gozo que suponía ofrecer la misa por el fundador, agradeciendo a los misioneros que le hubieran invitado a oficiarla.

En su homilía destacó el bien realizado por Fernando Rielo a quienes siguen su carisma y a «otros muchos miles y miles de personas» que participan del mismo a través de sus hijos espirituales. Dio gracias a Dios por ello, por su vida… Hizo notar que «solo Dios en su sabiduría infinita, que todo lo penetra, que todo lo conoce, que todo lo abarca, sabe, conoce con perfección y al detalle lo que nosotros simplemente intuimos, los muchos dones que el Señor regaló a don Fernando Rielo, y los muchos dones que os ha regalado a todos vosotros a través de su carisma y de su mensaje».

Añadió también que el fundador «fue un místico, un verdadero místico. Fue un hombre de una profunda, seria vida interior, afincada en la oración, en la intimidad y en la amistad con el Señor que es la base natural de todo nuestro esfuerzo apostólico, de todas nuestras prioridades como cristianos. Él había leído en el Evangelio que ‘sin Mí, nos dice el Señor, nada podéis hacer’. Y había leído en san Pablo estas palabras: ‘Ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios nuestro Señor que da el incremento’. Por eso, como base de todo su carisma, de toda su actividad está la amistad, la intimidad, la comunión estrecha con el Señor, fundamentada y afincada en la oración y la participación en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía y el sacramento del perdón. Hombre de seria, profunda vida interior a la que en esta tarde y en este año nos invita a todos nosotros”, expresó también textualmente.

Otro de los aspectos que don Juan José Asenjo destacó de la vida del fundador de los misioneros identes fue su afán apostólico. Brotó de su amor a la Santísima Trinidad, a María y a José. «Como a los profetas del Antiguo Testamento, como a Juan el Bautista, como a los santos misioneros y misioneras, como a los santos de todos los tiempos, a don Fernando Rielo le quemaba la garganta, el celo por la gloria de Dios, el anuncio de Jesucristo a nuestro mundo con obras y palabras». Y así fue hasta el final de su existencia que culminó en Nueva York el 6 de diciembre de 2004.

Mencionó también el espíritu mariano de este fundador que ha legado a la Iglesia una nueva advocación la de Nuestra Señora de la Vida Mística, que tiene dedicada una capilla en la catedral de la Almudena de Madrid. Y tal como dijo monseñor Asenjo: «amó intensamente, filialmente, a la Santísima Virgen. Fue un hijo amante de la Virgen». A Ella, rogó el arzobispo emérito, que volviésemos nuestros ojos porque «quien ama a la Virgen, trata de conocerla, amarla e imitarla se salvará con toda seguridad, puesto que la Virgen se las apañará para la obtenerle la eterna salvación».

Especialmente emotivo para todos fue el canto de la Salve Regina dedicada a la Virgen de los Reyes ya que el fundador siendo ya niño solía recitarla en la basílica de la Virgen Milagrosa de Madrid, su ciudad natal, donde vio la luz el 28 de agosto de 1923. Sus hijos e hijas espirituales la cantan todos los sábados en cada una de las fundaciones del Instituto en un acto dedicado a María.

Dentro de este acto litúrgico que se celebraba en Sevilla, en un momento dado don Juan José Asenjo había manifestado: «Copiad de la vida de don Fernando Rielo su comunión estrecha con el Señor y su vida de oración».

Y con este anhelo, la certeza de que este centenario de su nacimiento va a atraer numerosas bendiciones para sus hijos e hijas espirituales, damos gracias al Padre, al que amó con verdadera pasión desde su infancia. Gracias también a nuestro arzobispo emérito, a los sacerdotes que concelebraron, y a todos los que nos han acompañado en este inicio del centenario del nacimiento de nuestro fundador bien presencialmente o con sus oraciones.

Isabel Orellana Vilches