La mujer es y puede ser tan bella como hermoso sea el interior que cultive

A continuación ofrecemos una serie de meditaciones semanales tituladas “Cuaderno de vida y oración” a cargo del sacerdote diocesano Carlos Carrasco Schlatter, autor del libro “Las conversaciones que tenemos pendientes”.

Llevar la vida a la oración

Tradicionalmente este es el mes de María, el mes dedicado a la mujer más maravillosa que existe, por cuanto no solo vivió sin pecado sino que obró sin pecar que aún más importante.

Esta sociedad que vivimos mantiene una herida abierta con la mujer, por desgracia y porque así han sido las cosas en la historia de la humanidad, la mujer ha quedado relegada a un segundo plano en demasiadas ocasiones. Hoy la sociedad ha prosperado en algunos países y consigue reivindicar igualdad de oportunidades y derechos para hombres y mujeres. Pero esta lucha tiene muchos frenos, y el principal es el freno del que no quiere ver o más bien no quiere comprometerse al ver.

La mujer ha sido entendida solo como madre, y aunque ese es un papel hermosísimo y lleno de riqueza, también es un papel reduccionista de sus capacidades y por supuesto de su dignidad. Ni la mujer es solo madre, ni los hijos solo hijos. Todos somos padres/madres, a la vez que somos hijos, a la vez que somos amigos, que somos vecinos y en muchos casos que somos pareja. Antiguamente estos papeles se simplificaban puesto que te relacionabas con círculos más cercanos físicamente y todo era más sencillo en ese aspecto. Hoy las distancias físicas, y las distancias sociales, han hecho que se dificulte mucho la convivencia y el compartir con otros la propia vida. Así gran parte de nuestra oración mira a los otros, no como una misión sino casi como un objetivo.

Lleva hoy a las mujeres de tu vida a tu oración, y llévalas desde ahí a Dios.

Encuentro con Dios

Encontrar a Dios en la mujer es tan sencillo como que ella es imagen de Dios, tan imagen como el hombre pues “hombre y mujer los creó” (Gn 1, 26-28). Pero como toda imagen depende mucho del autor del retrato y no tanto del modelo, ya que aunque el modelo sea perfecto como Dios, el artista no siempre ha desarrollado todas sus habilidades y capacidades.

Hay personas que poseen un don específico y por naturaleza les es más fácil, otras en cambio que lo tienen mucho más difícil. Pero tanto unos como otros, todos pueden aprender técnicas para hacerlo mejor. Queda en ellos descubrir cuál es el modelo de arte que quieren desarrollar: pintura, barro, madera, piedra, tela, costura, collage, escritura, cine, etc.

La mujer ha sido fuente de inspiración, musa para muchos artistas, por eso contemplar a Dios como mujer es ver en ella el abrazo comprensivo de quien desea dar calor a sus hijos, la conversación sincera y empática de una buena amiga, la mirada enternecida de una buena hija que mira con amor a quien les dio la vida, o el beso sentido de una amante. La mujer es y puede ser tan bella como hermoso sea el interior que cultive. De ahí que aunque la flor sea delicada al regalarla su hermosura resplandezca, aunque nazca con espinas, con paciencia hasta los cactus dan flores preciosas y ricos frutos, si saliera fuerte y rocosa de profundas raíces una dama de noche siempre brinda un olor embriagador, y por supuesto si es un jazmín en un árbol que solo da frutos para otros, eso hace que el naranjo sea el frutal más querido aunque solo sea por unos meses al año.

La mujer no vale por lo que da, sino por lo que es, Dios no es bueno por lo que nos da, sino porque es todo amor.
Así el mirar de Dios es amor, y el mirar de una mujer es dignidad regalada para ser luz donde haya oscuridad, ser paciencia donde haya conflictividad.

A la luz de la Palabra Jn 11, 1-43

Este texto bíblico narra el episodio de la resurrección de lázaro, o más bien podríamos decir que describe la historia de un aviso que derivó en reproche y que acabó en una muestra de amor.
La realidad de la mujer, como la de muchos hombres también, es de precariedad. Por desgracia no es tanto lo que está capacitada para hacer como lo que puede hacer. El aviso es de Dios a los hombres, al avisarnos de cómo hemos de actuar en igualdad, “amar al prójimo como a uno mismo”.

Por desgracia esto ha derivado en demasiadas ocasiones en abusos de unos a otros por amor propio o por amar mal al otro. Pero la respuesta de Dios siempre es la misma ante todo reproche por falta de amor verdadero, Cristo responde con su sangre y su cuerpo.
Las personas necesitamos nuestro tiempo para entender, acoger, madurar y crecer. En esta lectura las dos hermanas saben de la capacidad de Jesús, pero no han entendido aún que los tiempos de Dios no son los nuestros, que ir con prisas y urgencias no nos lleva a nada bueno, que lo importante es construir caminos para llegar más lejos con las mismas fuerzas, que de lo contrario por llegar antes acabaríamos no llegando más cerca y no tan distantes.
La paciencia, la contemplación, la mesura, son virtudes femeninas, como lo son la ternura y la misericordia. O como lo es la Iglesia que es femenina no en su redacción sino debiera también en su corazón y sus formas.
Ojalá aprendamos unos y otros de estas virtudes femeninas, para imitando mejor a María, recordemos que Dios no es solo padre ni solo madre, Dios es solo amor.

Llevar la oración a la vida

¿Seré capaz de mirarte cara a cara como eres, y no como quiero que seas?
¿Seré capaz de mirarme sin excusas, agobios, ni reprimendas?
¿Seré capaz de levantarme aunque ganas no tenga?
¿Seré capaz de cargar la cruz para que Tú no la sostengas?
¿Seré capaz de dar a luz aunque el dolor solo yo lo sienta?
¿Seré capaz de ser tu pecho para que otros encuentren en él consuelo?
¿Seré capaz de abrazarte no solo por fuera sino también por dentro?
¿Seré capaz de servirte aunque desfallecen mis brazos y solo halle desvelo?
¿Seré capaz de ser sal que prudente se esparce allí donde debo?
¿Seré capaz de derramarme sin llevar cuenta de cuánto entrego?
¿Seré capaz de desvestirme para que otros encuentren con que cubrirse?
¿Seré capaz de repartir mi comida para que otros sientan a su Madre?
¿Seré capaz de trabajar solo con la satisfacción del orgullo de mi Padre?
¿Seré capaz de no verme solo a mí sino ver la imagen de quien nace?
Gracias Dios por ser para mí la luz que me ilumina, la sal que me purifica, el corazón que me completa, la esperanza que me domina, la certeza que me inspira, la verdad que me guía, la calidez de tu ternura, la generosidad que se derrama, el amor que todo lo abarca.

 

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