Jesús consuela a las hijas de Jerusalén: Meditación del Santo Viacrucis

La oración del Viacrucis es un bello canto de amor y cariño a los instantes finales en la vida de Nuestro Señor Jesucristo. El cristiano cree que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, por lo que su muerte fue tal y como sería la de cualquier hombre, es más, Él murió del modo más cruel e injusto con el que podía morir un hombre. Así, Jesús tomó la condición de esclavo haciéndose uno de tantos, para elevar así a los hombres desde la esclavitud a la libertad a la dignidad del cielo como Hijos muy amados de Dios.

Por eso, por dignidad, rezamos los cristianos el Viacrucis. Porque sabemos plenamente que no somos dignos de que Cristo nos llame por nuestro nombre, porque nuestros actos no siempre hablan del amor que nos tiene, sino que incluso cometemos pecados que nos arrastran al desacierto.

Es por ello, que aunque el rezo tradicional del Viacrucis narre los últimos momentos de la Pasión de Jesús, este busque mostrar otros momentos de su vida pública en que, de modo paralelo, sucedieron cosas que precipitarían el final de su vida. Así no olvidamos que incluso siendo toda la culpa de los sumos sacerdotes, fariseos, Poncio Pilato, y Judas Iscariote; incluso siendo de ellos, no es menos cierto que Cristo murió por nuestros pecados para que al contemplarle a Él en la cruz y camino de esta descubramos cuanto amor nos tiene Dios que se hizo hombre para mostrarnos el camino de acceso a la vida eterna. Un camino basado en la entrega desinteresada, el servicio desde la vocación recibida por Dios, y el amor… Crecer en el amor es el gran reto de este Viacrucis que no mira tanto a los pecados, como a la necesidad de ser esperanzas vivas para la conversión del mundo.

Proponemos la meditación del Viacrucis escrita por el presbítero Carlos Carrasco Schlatter. 

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