Miércoles de la 3ª semana de Cuaresma (B)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (18, 21-35)

No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.

Comentario

Quien los cumpla y enseñe será grande

En nuestro mundo contemporáneo, muchos han interiorizado que la ley equivale a restricción de la libertad. Unos se rebelan furiosamente contra su estrechez y otros la sobrellevan lo mejor que pueden, convencidos de que sirve como marco para que se desarrolle la libertad. Pero aquí viene Jesús, en el texto del evangelista dirigido a las protocomunidades judeocristianas, para decirles que la ley de Israel no queda abolida, sino que se lleva más allá. El lenguaje coloquial tiene una expresión que cuadra como un guante al Evangelio de hoy: amor de ley. Tenerle ley a alguien, entre nosotros, es tenerlo en gran estima. Jesús viene a instaurar la ley del amor, que sobrepasa la que Moisés le había dado al pueblo de Israel al bajar del Sinaí. Jesús nos tiene ley. Y quiere que usemos la libertad para orientarla a la voluntad de Dios. 

 

 

 

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