Miércoles de la 12ª Semana (C)

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.


Comentario

Por sus frutos los conoceréis

Qué gráficas son las comparaciones de Jesús en el Evangelio. Para un pueblo de labriegos, necesariamente tenía que sonar cercana y evidente la apelación a las uvas que no dan las zarzas ni los higos que no dan los cardos. Viña e higuera son dos de las plantas que más trabajo dan si se quiere que den frutos abundantes. Ambas están muy presentes en la mentalidad agraria que subyace en el Evangelio. Como mínimo, hay que abonar, regabinar y podar para que la cosecha sea fructífera. En cambio, las zarzas y los cardos no necesitan que nadie cuide de ellos. Crecen asilvestrados en cualquier parte sin que el agricultor tenga que hacer nada. Por eso no se le pueden exigir frutos. La imagen del propio espíritu interior del cristiano como un huerto -a la que tan aficionada era nuestra Santa Teresade Jesús- revela esto mismo que dice Jesús a sus discípulos: si queremos dar frutos de santidad, habrá que cuidar, regar y retirar las malas hierbas. De lo contrario, en el espíritu brotarán zarzas y cardos que crecen desmandados como dicta la naturaleza. Pero, ¡ay, no dan uvas ni higos!

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