Lunes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario (A)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21, 1-4)

Alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos pequeñas monedas, y dijo: «En verdad os digo que esa pobre viuda ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Vio una viuda pobre que echaba dos monedillas

Hay dos maneras de ver en la contemplación de Jesús, que revelan mucho de lo que quiere decir a sus discípulos. En primer lugar, una visión de conjunto «alzando los ojos», oteando el horizonte podríamos decir, para abarcar con la mirada a un grupo que intuimos numeroso en su ofrenda para el tesoro del templo. No se nos aporta ningún detalle más que son ricos, casi como una categoría esencial. En abierto contraste, Jesús dirige una mirada tierna y compasiva hacia la viuda que echa dos monedillas: el simple hecho de revelar que son dos las monedas ya implica una atención fija en su comportamiento y no, como en el caso de los «ricos», descrito como de pasada. El Señor se ha fijado en el gesto de la viuda porque éste ha brotado del corazón de esa mujer desvalida y necesitada, pero pasa por alto (o lo mira sin más desde lejos) el de los ricos porque está llevado por la apariencia y el fingimiento. Jesús mira al corazón de cada uno y ve lo que nadie más ve.

 

 

 

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