¿Por qué celebramos una llegada que sucedió hace milenios?

¿Cómo vives los últimos días antes de Navidad? La llegada está a la vuelta de la esquina, o podríamos decir que Jesús ya llegó y nunca se ha ido. ¿Entonces por qué celebramos una llegada que ya sucedió hace milenios? ¿Quizá porque es una nueva oportunidad para acoger al Amor? Un recordatorio vivo y presente que intensifica la relación con el Verbo encarnado.

La espera que ha llegado

Es verdad que en Adviento nos preparamos esperanzados para vivir un acontecimiento histórico, espiritual, personal y familiar que cambió la vida de la humanidad hace dos mil años.

Pero también es ocasión para tomar conciencia que Jesús ya está aquí, entre la humanidad, y que nunca se ha ido.

Es, podríamos así decirlo, una espera que ya ha llegado, porque en la historia de Dios todo es nuevo, actual y se renueva constantemente en nuestras vidas.

Ha nacido y nace, ha llegado y llega; es un continuo camino y llegada en la vida de los hombres, como prometió.

Recuperar la esperanza

En los tiempos que corren es fácil perder de vista el verdadero sentido de lo que estamos a punto de vivir. No solo desde un punto de vista interior sino también exterior.

Las ganas por juntarnos para la cena, hacer la compra de los regalos, y hacer gestiones de última hora, ocupan la mayor parte de nuestra mente y tiempo.

También las preocupaciones y tristezas pueden opacar esa luz interior que permite ver y sentir que el Amor habita en cada uno. ¡Démosle oportunidad para que llegue a cada uno, una vez más! ¡Démonos oportunidad para recibir a Jesús en nuestro hogar!

Fuente: Aleteia