Saben aquell

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La cosecha cinematográfica española de 2023 nos ha deparado tres títulos que, en mi opinión, están por encima del resto de las producciones autóctonas. “Cerrar los ojos”, la última película del veterano Víctor Erice y quizá su testamento fílmico, merece todos los elogios y las 11 nominaciones recibidas a los premios Goya, aunque su larga duración y su ritmo la hacen más atractiva para el público cinéfilo; “La sociedad de la nieve”, de Juan Antonio Bayona, candidata al Oscar y con 13 nominaciones a los Goya, ya fue reseñada en esta sección. Completaría el podio “Saben aquell”, una cinta de David Trueba a la que dedicamos estas líneas y que es, posiblemente, el mejor trabajo del director madrileño.

“Saben aquell” es un rendido y entrañable homenaje a Eugenio, el humorista que nos hizo reír a varias generaciones de españoles durante casi dos décadas. Su humor un tanto absurdo pero eficaz, su español con marcado acento catalán, la ropa negra, el cigarro encendido y siempre a mano el ochentero ‘destornillador’ (vaso de tubo con naranja y vodka), lograban una comicidad irresistible a la carcajada. Eran los 80 y 90 del siglo pasado. Antes había trabajado como artesano joyero y formó un dúo musical con su esposa, la onubense Conchita Alcaide.

Trueba ha optado por recrear solo los primeros años de la vida artística y familiar de Eugenio, eludiendo las épocas más complicadas de su biografía acaecidas durante la década de 1990; tan solo unos rótulos finales nos recuerdan que falleció en 2001 con 59 años. Una acertada decisión que le ha permitido concebir el filme como una historia de amor y de humor. Sin escondernos la fragilidad del artista, ha construido un guion junto a Albert Espinosa donde los elementos emocionales y festivos conquistan al espectador, que vuelve a troncharse con los conocidos chistes de Eugenio.

La cinta opta con justicia a 11 premios Goya. Por encima de los indudables méritos de la dirección, del guion, del vestuario o de la banda sonora, brilla la genial interpretación de David Verdaguer. A su lado, la extremeña Carolina Yuste logra el mejor papel de su todavía corta carrera.

Aunque Trueba no se desprende de algunos clichés propios de un progre de manual, ha tratado con bastante respeto el catolicismo de la familia. Además, ha subrayado los esfuerzos de Eugenio y Conchita para mantenerse unidos y los desvelos del matrimonio en la educación de sus hijos. De modo que el resultado final es una película notable, ágilmente narrada, con secuencias conmovedoras y muy entretenida.

Juan Jesús de Cózar

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