“Dios vale la pena”

Catalina Davis es una argentina dicharachera, extrovertida y alegre, pero también sobradamente humilde. Aunque durante su adolescencia vivió la fe vinculada al Opus Dei, desde que ingresó en la Universidad, el SARUS (Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla) se convirtió en la comunidad en la que comparte y desarrolla su espiritualidad. Una creencia en Dios que ha vivido siempre con naturalidad en su familia y que ahora edifica mediante la oración y el acompañamiento espiritual de un sacerdote, “porque sola no puedo”, confiesa.

Cata, como le gusta que le llamen, reconoce las tentaciones a las que debe enfrentarse la juventud actual: la comodidad, vivir sin responsabilizarse, el miedo al compromiso o el egoísmo de no querer darse a los demás. “También podemos pecar de individualismo o de tristeza”, asegura, “pero no debemos generalizar porque hay muchos jóvenes que viven su fe de forma sana y no son ningunos bichos raros”.

Un noviazgo de dos con Dios en el medio

Ella es del tipo de joven que inunda de fe de forma natural todos los aspectos de su vida, no se trata de una “cristiana tibia”. Por ejemplo, respecto a su noviazgo explica que “se trata de presentar ante Dios al otro, ponerlo en el centro, rezar el uno por el otro, ir a Misa juntos y compartir la oración. En definitiva, construimos una relación de dos con Dios en el medio”.

Por otro lado, ha sido voluntaria en un proyecto con personas sin hogar durante dos años. “Esta experiencia me ayudó porque me sentí útil y porque me enseñó a quitarme muchos prejuicios. También a saber que hay problemas que verdaderamente no lo son, a relativizar”.

“El cristianismo no es cumplir una serie de normas”

Por último, considera que la formación para los cristianos es esencial, “porque te ayuda a conocer a la Iglesia, que es nuestra familia; a conocer nuestra historia; a saber de qué formo parte y, de este modo, evangelizar y hacer frente a aquellos que nos acusan de forma injusta; incluso con la formación podemos mejorar nuestra oración”.

Catalina sabe que se necesita “mucha voluntad” para ser fiel al Señor, aunque eso no la achanta porque lo importante es “tener deseo de Él, tener sed de Dios y seguirlo por un deseo profundo, no como una imposición o por cumplir una serie de normas”. No, el cristianismo es mucho más y mucho mejor que eso: “Dios vale la pena”.

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