Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados

Mateo 2,7;13 17<<…”Entonces Herodes llamó aparte a los magos y, gracias a sus datos, pudo precisar el tiempo de la aparición de la estrella. Después los envío a Belén con este encargo: <<Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encontréis, comunicármelo, para ir también yo a adorarlo. Ellos después de oír al rey, se pusieron en camino. La estrella que vieron en Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño, al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre. Entonces se postraron y lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Pero avisado en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino.

Cuando ellos se fueron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Prepárate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. Él se preparó, tomó de noche al niño y a su madre y se retiró a Egipto. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo dicho por el Señor por medio del profeta (… de Egipto llamé a mi hijo). Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y mandó matar a todos los niños menores de dos años, de Belén  y de toda su comarca>>.

            Así comienza la lectura  en el evangelio según San Mateo, es el único que hace mención a estos hechos y consideró que esta experiencia fuera conocida y llegara hasta nuestros días con un significado cargado del amor de Dios. La Biblia no solo habla de este hecho como el único o como algo aislado. Desgraciadamente también ocurrieron hechos similares, como se recoge en el libro del Éxodo 1,8, en el que un nuevo rey de Egipto ordena matar a los varones hebreos al ver peligrar su trono. De ahí surgió la vida e historia de Moisés que fue salvado de las aguas del río Nilo y criado por una de las hijas del faraón.

De nuevo un mensajero enviado por el Señor se presenta a los elegidos, en esta ocasión, primero la visita a María,  ahora a José y a los magos de Oriente. Detengámonos en estos anuncios, al igual que María dio su y aceptación a la voluntad del Señor, igualmente José acepta su voluntad y no duda del mensaje recibido en su sueño. Ahora es José el protagonista,  que experimentado de la presencia del Señor  hace un canto  como hizo María en el <<Magnificaf>>,  ahora su proclama es salvar al Mesías, y que se alegren todas las generaciones,  para que sean bienaventurados todos los amados y llamados por Dios.

El  Magnificaf dice: <<derribó del trono a los poderosos y ensalzó a los humildes>>, también se cumple en el evangelio de San Mateo estos hechos; el Ángel del Señor anunció a José su huida para salvar no solo al niño, sino a toda la humanidad, lo preserva de un poderoso Herodes llamado el Grande, por el poder que tenía, poder que se ve frustrado y derribado para que los inocentes sean ensalzados por muy humildes que sean. Son cantos y al mismo tiempo oraciones que salen del corazón, que luego Jesús proclama con las Bienaventuranzas, y que nunca se olvida de los niños, (dejad que los niños se acerquen a mi). Jesús sabe bien de esos hechos y los que le van a sobrevenir,  aun así dice:

  <<Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos>>.

Sobre los más débiles e indefensos siempre ha caído la maldad y la injusticia, todo ello seguido por la ambición del poder, poder que se convierte en miedo al ver peligrar su seguridad material y personal.  La Iglesia  recuerda este día a esos niños, como primeros mártires que murieron en lugar de Cristo y sin la posibilidad de defensa alguna, así como que sus muertes no fueron en vano, y el consuelo de aquellos padres  quedaría recompensado con la vida eterna, vida que ese  niño al que buscaba el rey Herodes, luego se entrega para ser el verdadero Cristo Rey,  derramando su sangre hasta morir para cumplir la voluntad de su Padre y darnos como regalo la Resurrección y la plenitud de la eternidad.

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La Iglesia no está ajena del sufrimiento de aquellos Inocentes y de los Inocentes que tras generaciones han venido siendo perseguidos, cada uno desde diversos  intereses, siendo víctimas y sufridores a veces de genocidios. Hoy la Iglesia hace un canto como lo hizo María en su proclama a la grandeza del Señor, y como hiciera San José experimentando la misericordia de Dios, y cumpliendo una vez más la voluntad del Padre, voluntad que hoy día  proclama a  los cuatro vientos la salvación para la humanidad a través del Anuncio de la Buena Nueva, siendo fiel al mensaje que nos  dejó  nuestro Salvador Jesucristo.

Anuncia también la Iglesia con profundo amor, que el nombre de aquellos Niños Inocentes, quedan inscritos en el Libro de la Vida, y nos recuerda que lejos de lo pagano, de las risas burlonas o bromas a veces pesadas, que como tal, van disfrazadas de aquellos que en su día quisieron borrar de la memoria histórica la matanza de los niños y que afortunadamente nuestra Iglesia nos recuerda el verdadero sentido, exhortándonos a orar por todos los niños que murieron en el lugar de Jesús, por aquellos que viven una educación cristiana,  por los niños no nacidos de forma natural y por aquellos víctimas del aborto. Pidamos a nuestro Padre, que el Espíritu Santo, nos de fuerza y valentía para dar testimonio de Cristo, tanto con hechos como con palabras de vida, ante aquellos seres que Dios nos ponga en nuestro camino.

Historia 

Santa Elena, la madre del emperador Constantino, mandó construir una basílica sobre la cueva de Belén en la que nació el Niño Jesús,  la cueva es un sistema de cavernas que se prolongan debajo de la antigua basílica y del templo católico de Santa Catalina, en una de estas cavernas fueron encontrados restos de niños enterrados. Se pensó que eran los restos de los Santos Niños Inocentes, pero los féretros correspondían a una época muy posterior, de todos modos, esa caverna se ha dedicado a la memoria de los Santos Inocentes.

Existe la leyenda de que también iba a ser víctima de Herodes, Isabel, la madre de San Juan el Bautista, pues el niño era unos meses mayor que Jesús. Perseguida por los soldados asesinos, buscó refugio en una roca en el monte, detrás de la cual ocultó al pequeño Juan antes de que los soldados la alcanzaran. Cuando los soldados la detuvieron, la registraron y buscaron incluso detrás de la roca, pero no vieron nada; cuando se fueron, Isabel corrió a buscar a su niño y descubrió que la roca se había ahuecado para dar lugar en su interior al pequeño perseguido y así se salvó San Juan el Bautista.

Pedro Rodríguez

Fuentes consultadas: La Biblia y textos de  los historiadores Flavio Josefo y Macrobio.

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