La Iglesia ante el empleo decente

Antonio de 40 años está casado y es padre de dos niñas menores de 10 años, desde 2009 tiene un empleo fijo-discontinuo en Ibiza en el sector de Hostelería, no encuentra un empleo estable en Sevilla que le permita poder vivir con su familia en las temporadas de trabajo.

Belén tiene 25 años y reside con su madre en la vivienda que heredaron de la abuela. Tiene 4 empleos actualmente: reparte comida a domicilio por las tardes, trabaja de teleoperadora en campañas, de empleada de hogar por horas y en los fines de semana trabaja en la Hostelería. Quiere encontrar un empleo estable que le permita iniciar su vida independiente.

Ibrahim de 20 años está ayudando en los mercadillos y cursando una formación en energías renovables. Esperando que con dicha formación pueda encontrar una empresa que inicie los trámites de regularización y así poder acceder a todos los derechos que tienen las personas residentes en España.

Ángeles tiene 54 años trabajaba de dependienta hasta que tras un accidente fue despedida de su empleo. Lleva desde el año 2021 buscando un trabajo estable porque solo la llaman para cuidar a personas mayores sin contrato. No ha recibido ninguna llamada para entrevistas de selección desde que está desempleada, eso hace que cada vez se sienta más desanimada y fuera del mercado.

Estas situaciones no son excepciones ni casos aislados, es la realidad que diariamente nos encontramos en las acogidas del Centro Diocesano de Empleo de las decenas de personas que vemos mensualmente tras acudir a su Caritas Parroquial buscando apoyo y consuelo.

“El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal” (Laudato Si’ 128). Si negamos el trabajo, negamos este desarrollo humano y la posibilidad de una realización completa como personas.

La doctrina social de la Iglesia hace hincapié en la dignidad de la persona humana y el bien común. Desde León XIII hasta el Papa Francisco, el empleo aparece como un tema central, entendiendo que es responsabilidad de todos como miembros de la Iglesia hacer realidad en esta misión. La visión de la Iglesia ha evolucionado a lo largo del tiempo, pero siempre ha mantenido el enfoque en la DIGNIDAD HUMANA y la JUSTICIA SOCIAL.

En Caritas Diocesana de Sevilla, mediante los departamentos de Empleo y el de Economía Solidaria en sintonía con este llamado, se trabaja para fomentar el empleo decente mediante varias acciones como:

  1. Programas de Orientación y Formación para personas desempleadas o en riesgo de exclusión social. Estos programas ayudan a mejorar las habilidades y competencias de manera que se aumentan las posibilidades de acceder a un empleo decente.
  2. Intermediación Laboral, somos intermediarios entre las empresas y las personas que buscan empleo, facilitando el acceso a empleos dignos que respeten los derechos laborales.
  3. Sensibilización, promoviendo en la comunidad eclesial, en la sociedad y las empresas la concienciación sobre la importancia de una economía que respete a la persona y el planeta, nuestra casa común.
  4. Apoyo de la economía social que pone a la persona en el centro, buscando la inserción de personas en situación de exclusión y sensibilizando hacia el consumo justo y sostenible.
  5. Fortaleciendo redes de cooperación, participando con organizaciones eclesiales y de otros ámbitos para compartir experiencias, conocimientos y recursos que permitan hacer realidad la defensa de un empleo inclusivo.

La Iglesia, el 1 de mayo, reafirma su compromiso con la justicia social y el bien común promoviendo la dignidad humana y la solidaridad en el ámbito laboral, recordándonos también que necesitamos un sistema económico que genere oportunidades de trabajos remunerados con un salario suficiente para llevar una vida digna.

Mónica Salido.
Directora del Centro Diocesano de Empleo