MARCOS INTERPRETATIVOS

De un tiempo a esta parte el concepto se ha puesto de moda. Para saber a qué nos referimos propongo una definición: marcos interpretativos son el conjunto de ideas y conceptos con los que las personas interpretan el mundo, y todas sus vicisitudes. Cada uno tiene su propio marco para analizar y formar opinión sobre todo lo que pasa a su alrededor.

Ocurre que, demasiadas veces, esos marcos no los elabora cada uno, sino que le vienen impuestos desde fuera y, en ocasiones, son dominantes. Estamos viviendo un ejemplo muy claro: se impone un marco de interpretación de la realidad, supuestamente progresista, en el que se debe igualar por abajo, por abajo, suprimir el mérito y el esfuerzo,  promover los derechos del pueblo, identificar el gobierno, lo público debe absorber a lo privado, las cámaras legislativas y poder judicial son la “soberanía popular”, la Iglesia es enemiga del pueblo,  y algunas cosas más por el estilo, ladrillos con los que se construye el famoso muro que hay quien se empeña en levantar.

Lo singular de esta situación es su carácter excluyente, todo el que no adopte este marco de interpretación es un enemigo del pueblo y del progreso al que hay que sacar fuera del sistema, colocar al otro lado del muro.

No quiero decir que las hermandades hayan de intervenir en la batalla política, nada más contrario a sus fines, sino que han de formalizar y promover, al menos entre sus hermanos, un marco de interpretación de la sociedad centrado en la persona, creada por Dios y dotada de inteligencia y libertad, lo que le confiere su especial dignidad. Eso es la doctrina católica que tiene su traducción social en la Doctrina Social de la Iglesia, y formar a sus hermanos para que asuman este marco que es que les lleva a vivir en Verdad y Libertad

No se trata de dos opciones que combaten entre sí. Se trata de proporcionar a  los hermanos medios que les ayuden a vivir su libertad frente a marcos que eliminan la libertad y tienden a convertir a los ciudadanos en súbditos. Lo explicaba muy bien Antonio Machado: ¿Tu verdad? No, La Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela.

Lo más importante: la Verdad se defiende con argumentos propios, no utilizando el lenguaje y argumentos de los otros, de hacerlo así estaríamos perdidos. No se trata de desmontar su marco, sino de proponer uno alternativo, superior, centrado en la dignidad del hombre, y que vaya calando en su entorno.

Quizá alguno se escandalice al oir que las hermandades han de preocuparse de algo más que de  altares de culto, bandas de música o itinerarios;  hablamos de algo más serio, proponer a los hermanos,  y por extensión al resto de la sociedad, a vivir en libertad, la libertad que Cristo nos ganó con su Pasión y Cruz, la misma que recorre las calles durante la Semana Santa, junto con su Madre que  asocia libremente su sufrimiento a la Redención, paseando su dolor, soledad y  esperanza.

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