Nuevo retablo en la Parroquia de San José y Santa María, de Sevilla

El pasado 25 de noviembre, el señor Arzobispo D. Juan José Asenjo bendijo el nuevo retablo de la Parroquia de San José y Santa María. Formado por tres pinturas del artista onubense Mario Ignacio Moya Carrasco, su programa iconográfico e

s una síntesis de lo que el Credo de nuestra fe afirma sobre Nuestro Señor Jesucristo y se basa en la primera predicación apostólica recogida en el libro de los Hechos de los Apóstoles: Cristo se entrega en la cruz, Dios lo resucita de entre los muertos y, sentado a la derecha del Padre, envía el Espíritu Santo a toda la Iglesia.

Así, el primer cuadro representa a Cristo Crucificado, con María y Juan a sus pies. Contemplar esta pintura nos recuerda la entrega de Cristo por amor a nosotros y cómo esa entrega por amor ha de suscitar en nosotros una respuesta de amor al Señor y a los hermanos. Las tinieblas representadas en esta pintura, que recogen los relatos evangélicos y que nos muestran visualmente la oscuridad del pecado y de la muerte, contrastan con la luz del cuadro que ocupa el centro del retablo, el del Resucitado. La Resurrección del Hijo de Dios es el fundamento y el centro de nuestra fe, como recuerda San Pablo, y dicha centralidad queda perfectamente clara en este retablo. Cristo Resucitado ilumina todo, mediante un contraste acertado entre la oscuridad del sepulcro que aparece a los pies de Cristo y la blancura iluminada de las vestiduras y del rostro del Señor. Esta pintura adquiere todo su sentido en el momento de la Eucaristía en que el sacerdote eleva el Cuerpo de Cristo y los fieles ven la Hostia consagrada con el fondo del Resucitado, pudiendo entender la relación entre el cuerpo

representado en la pintura y el verdadero Cuerpo de Cristo. De esta manera, lo representado en la pintura se hace realidad ante nuestros ojos en el Pan eucarístico.

Por último, la pintura de la Trinidad con la Iglesia a los pies, recuerda a toda la comunidad parroquial que estamos llamados a vivir en nuestra parroquia lo que vive la comunidad trinitaria: el Padre con el Hijo y el Espíritu Santo nos muestran que este es un misterio de amor y de comunión, como subrayó D. Juan José el día de la bendición del retablo. La Iglesia representada con gran acierto bajo la Trinidad como un grupo variado de personas de diferentes edades, nos representa a todos nosotros que nos congregamos en el momento de la Eucaristía, siempre presididos e iluminados por la gracia del Espíritu Santo.

Hay que destacar el estilo utilizado por el autor, que tomando lo mejor de la tradición del arte cristiano, consigue expresar el mensaje con un lenguaje asimilable y comprensible para los fieles, cumpliendo así la finalidad que toda obra cristiana debe tener. A esto se le une una gran calidad tanto en la composición como en la ejecución.