Santa Isabel de Hungría, religiosa (A)

Lectura del santo evangelio según San Lucas (19, 1-10)

Entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publícanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Comentario

He venido a salvar lo que estaba perdido
La primera lectura de hoy, del Apocalipsis, contiene una invitación en toda regla muy similar a la que nos describe el Evangelio con Jesús y Zaqueo en primer plano: «Es necesario que hoy me quede en tu casa». En el último libro del Nuevo Testamento, San Juan anuncia profético: «Mira que estoy llamando a la puerta. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo». Sentir la llamada y abrir la puerta. Dios tiene tanto amor por sus criaturas que no invade: se queda a la puerta llamando. Y de sus criaturas depende la respuesta. Zaqueo supo responder como es debido: no porque marineara por el sicomoro en pos de una rama alta desde la que divisar al Nazareno; ni siquiera por abrirle la puerta de su casa, ajeno a las murmuraciones de los criticones. La respuesta correcta es la de resarcir a los que había robado y repartir lo que tenía con los pobres. Ahí es donde se hace notar el seguimiento de Cristo, en esa fe que se encarna y cobra cuerpo en el amor a los demás expresado en los pobres a los que socorre. Jesús viene a tu vida a salvar lo que está perdido, de eso no te quepa duda. Pero en tu mano está atender la llamada, abrir la puerta y dar amor.

 

 

 

 

Post relacionados