San Vicente de Paúl, presbítero (B)

Lectura del santo Evangelio según Lucas (9, 46-50)

Se suscitó entre ellos una discusión sobre quién sería el más importante. Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».

Entonces Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros». Jesús le respondió: «No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».

Comentario

El más pequeño de vosotros es el más importante

Un niño. Un simple niño. No por inocente o por ingenuo, que lo son. Sino porque no pintaban nada en el orden jurídico y social del Israel de entonces. Hasta que no se confirmaban (la ceremonia de la mitzvá), no eran recibidos en la sinagoga y no se les daba ningún rango, simplemente existían pero no se les tenía en cuenta. No sólo en tiempos de Jesús, que ese olvido de los críos ha perdurado hasta no hace tanto en nuestras sociedades europeas. Y no digamos en otras latitudes donde se les sigue considerando ciudadanos de segunda o tercera clase. Pues bien, el mandato de Jesús es provocador: les pide a sus discípulos que se hagan como niños, que abandonen toda pretensión de reconocimiento u honores, que no se den importancia y que se hagan uno de esos pequeños excluidos, invisibles para los que mandan y ordenan, al margen de todo. Este elogio de la pequeñez debe moverte a no ambicionar cargos ni sitiales para que se te vea en la Iglesia y te den palmadas en la espalda, sino al lugar donde puedas servir más y mejor, ese será el que más agrade a Dios.

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