San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia (A)

Lectura del santo evangelio según San Lucas (9, 57-62)

Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

Comentario

Sígueme

Camino de Jerusalén, la cuesta se empina. No sólo en cuanto al relieve orográfico desde el valle del Jordán o la vecina Jericó. También en el plano espiritual se hace cuesta arriba el seguimiento de Cristo. Este Evangelio nos presenta tres actitudes de otros tantos seguidores que le expresan al Señor su disponibilidad para seguirlo. El primero se muestra dispuesto, pero Jesús le plantea la desnudez extrema, la renuncia a los bienes y los convites que ofrece el mundo. El segundo pone una objeción a la llamada cuando ésta le llega: tiene que enterrar a su padre. Entiéndase bien. No es posible anteponer nada al cumplimiento de la voluntad del Padre, ese es el abandono necesario para cumplir la misión. El tercero se acerca con sus propios planes, tiene que despedirse y sólo entonces aceptará subir con Jesús a Jerusalén, donde le espera el sufrimiento y la cruz. Pero Jesús le desbarata los planes, porque cuando se está en presencia de la misión, nada ni nadie puede anteponer criterios humanos. Sígueme está diciendo Jesús en tu día a día. Tuya es la respuesta.

 

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