“Somos su pueblo y ovejas de su rebaño”

Comienza el domingo 12 de enero el Año Jubilar Pastoreño para la Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana. Año Jubilar concedido por la Santa Sede al cumplirse el tercer centenario fundacional de esta corporación. La Hermandad fue fundada en 1720, y desde entonces la talla titular, atribuida a Francisco Ruiz Gijón se encuentra en el templo parroquial cantillanero.

Este Año Jubilar comenzó este 12 de enero a las 11 de la mañana con la Apertura de la Puerta Santa por parte del Arzobispo de Sevilla, D. Juan José Asenjo Pelegrina. Este Año Jubilar tiene fechas muy significativas que vivirá Cantillana con gran devoción y quedarán para siempre en la memoria de los pastoreños, como el sábado 27 de junio cuando la Divina Pastora procesione de forma extraordinaria por el tercer centenario fundacional de la Hermandad o el 26 de septiembre, fecha en la que se celebra su romería, cuando la imagen sea llevada en su carreta de plata hasta su ermita.

El jubileo se entiende como un “año de gracia del Señor”, es decir, un tiempo especial para experimentar la misericordia de Dios que no quiere la muerte del pecador , sino que se convierta y viva. Las gracias que de esta celebración extraordinaria se derivan (las indulgencias) pueden alcanzarlas los miembros de la Hermandad, la feligresía de Cantillana, la Archidiócesis de Sevilla y todos los peregrinos que acudan a las plantas de la venerada imagen de la Divina Pastora de las Almas y cumplan las condiciones que se requieren:

– Confesión sacramental, pudiendo realizarse días previos o después de la peregrinación.
– Participar con devoción y comulgar en gracia de Dios en la Santa Misa.
– Rezar por las intenciones del Papa un Padrenuestro y un Avemaría u otras oraciones similares.
– Visitar a modo de peregrinación la Parroquia de Cantillana en la que se venera la imagen de la Divina Pastora.

Se ha de tener claro que la indulgencia no perdona los pecados, esto está reservado para el sacramento de la Penitencia. El objeto de la indulgencia es perdonar la pena temporal, la cual subsiste después del sacramento de la Penitencia. La pena temporal causa un sufrimiento interior debido a la purificación de ese “rastro” que el pecado dejó en el alma. La indulgencia sería como la medicina curativa que proviene del amor redentor de Cristo y que la Iglesia administra por la autoridad que Éste le ha concedido.

Para alcanzar el fin del Año Jubilar, que no es otro que la conversión de las almas y el incremento de la vida cristiana, es recomendable acogerse al patrocinio de la bienaventurada Virgen María, mediación materna que fray Isidoro entendió como pastorado.

Ciertamente, la devoción de la Divina Pastora remite a la misericordia de Dios y a la urgencia de la conversión. Para fray Isidoro, la Virgen, movida a caridad, procura que los fieles abandonen el pasto de la culpa y vuelvan a los pastos de la gracia: “Ama María Santísima con encendida caridad a los pecadores; desea que arrepentidos de sus culpas, vuelvan al Redil de la Gracia, de donde por sus delitos se apartaron, y para esto, como Pastora amante, ya con silbos los llama, ya con halagos los busca, ya con ruegos los solicita, y por último, sobre sus hombros piadosísimos los pone para volverlos al Aprisco”.

Para la coordinación y reservas de visitas deberán ponerse en contacto en los siguientes teléfonos o e-mail:

636-371-840
677-593-715
695-588-325
e-mail: actuapast@gmail.com

Mª Carmen Hernández

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