¿Qué significa tener la gracia de Dios?

La gracia es un don sobrenatural mediante el cual Dios nos hace partícipes de su vida trinitaria. 

Para la fe cristina la gracia designa el amor que el Señor manifiesta por todos los hombres. Tal amor culmina en el don que Dios hace de su propio Hijo Jesucristo, el cual se hace hombre para que los hombres lleguen a ser hijos de Dios y herederos de sus bienes, llamados a habitar en su misma casa, el Paraíso.

La gracia, esto es, la vida divina en nosotros, es ofrecida por Dios generosamente, no se niega nunca a nuestras oraciones, y en la justa medida nos socorre en nuestras necesidades.

Los hombres tienen un solo deber: el de acogerla. Aun cuando pueda parecer increíble, a menudo el hombre no acepta este don maravilloso del amor de Dios. Pero Dios insiste y nos repite a cada uno de nosotros como al Pueblo de Israel: «Abre la boca, que te la llene» (Sal 81, 11). Ábrela, pues, de otro modo continuarás vagando por el desierto, en la estepa, y serás infeliz.

San Agustín, que había experimentado la soledad de quien está alejado de Dios, ha podido pronunciar aquellas famosas palabras: «Mi corazón está inquietud, Señor, hasta que descanse en ti».

La gracia se divide en santificante y actual.

La gracia santificante es un don permanente y sobrenatural, es decir, superior a las posibilidades de la naturaleza, que eleva y perfecciona nuestra alma haciendo que seamos hijos de Dios y herederos del cielo.

La gracia actual es una intervención de Dios que mueve al alma hacia el bien sobrenatural, se llama actual porque no es una cualidad permanente, sino una ayuda transitoria.

De ahí, que la expresión “Estar en la gracia de Dios” es no tener pecados y la mejor forma de estar en la gracia de Dios es confesarnos y orar tantas veces sea necesario hasta volverlo en un hábito en nuestras vidas. 

Fuente:Aciprensa