Domingo de la 11º Semana (B)

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,26-34):

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»
Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra.»

Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

Comentario

Semilla y piedra

Canta León Felipe, en un poema sublime, a la sencillez de una piedra, de un canto rodado que se encuentra por un camino; y con ella compara su vida. “Como tú, piedra pequeña; como tú, piedra ligera; como tú. Que no sirves para ser ni piedra de un palacio, ni piedra de una lonja, ni piedra de una iglesia. Como tú, que tal vez estás hecha sólo para una honda. Como tú, piedra pequeña”.

Reconocer nuestra pequeñez, en medio del mundo inmenso y de la complejidad de la historia, no es sólo cuestión de verdad, sino que es el primer paso para vivir en paz fecunda. Si León Felipe comparó su vida con un simple guijarro, otro poeta anterior comparó la vida de las personas con la semilla de la mostaza, que siendo la más pequeña de las semillas, cuando se entierra y brota se convierte en un árbol grande donde hasta los pájaros pueden poner sus nidos. Gran parte de nuestras ansiedades y errores, de nuestros nervios e insatisfacciones vienen por querer recorrer caminos de grandeza, cuando de natural somos pequeños, y sólo Dios es quien nos hace dar fruto cuando aceptamos vivir en entrega humilde.

Acaso alguna vez podamos ser la piedra de una honda, como la que recogió David del suelo, y sirvamos para ganar alguna batalla contra el mal, que como Goliat siempre aparece arrogante, imponente y metiendo miedo.

Semilla fecunda y piedra que hace justicia, todo tiene su momento. Lo importante es que estemos donde se nos necesita, sembrados en el surco, cercanos a los pasos del pueblo.

 

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