Downton Abbey

Ha sido una de las series más exitosas de la televisión británica. Exhibida en más de 220 territorios, “Downton Abbey”puede presumir de haber ganado tres Globos de Oro, un BAFTA especial y 15 Emmys, a los largo de sus seis temporadas de duración. Y como suele ocurrir en casos similares, la serie se ha convertido en película, estrenada a lo largo del mes septiembre en buena parte de Europa, España incluida. Sus fans apreciarán el “regalo”mejor que los neófitos, porque el guión del filme parte de la situación final del último episodio; pero también es cierto que no se necesitan muchos antecedentes para disfrutarla ex novo. Ver “Downton Abbey” (la película) es como asistir a una fiesta elegante, o a un desfile de moda (de la década de 1920, claro), o a una entretenida obra de teatro… Es distinguida y ligera, culta y chispeante, distendida y complaciente.

Hay abundancia de conflictos, naturalmente, pero el inteligente guión del escritor Julian Fellowes (él mismo escribió toda la serie) no permite que el suspense del espectador se alargue más allá de unos minutos con cada incidente, aplicándole algo así como una relajante fisioterapia emocional. Al argumento principal, la visita de la familia real (Jorge V y María) a la residencia de los Crawley, se suman varias subtramas, alguna quizá innecesaria. La variedad de personajes, cada uno con sus preocupaciones y propósitos, aporta a la cinta una agilidad extraordinaria, aunque evidentemente impide que el guión profundice en las motivaciones de cada uno de ellos. Todos los actores y actrices están magníficos, pero Magie Smith (como en la serie) merece mención aparte. Michael Engler, el director y responsable también de las temporadas 5ª y 6ª, logra una fluidez sin arritmias, de modo que los 122 minutos del filme se pasan volando. La banda sonora de John Lunn mantiene la conocida melodía de la serie y envuelve perfectamente el desarrollo de los acontecimientos que suceden en la mansión: enfrentamientos, reconciliaciones, enamoramientos, desafíos… Y hay un esfuerzo evidente por agradar, por resaltar lo positivo, por subrayar que la buena voluntad y la comprensión son siempre armas más nobles que las envidias y las maquinación.

¿Tiene sentido mantener Downton Abbey, con su ejército de criados, su agotador protocolo, sus fiestas, sus rígidas reglas…? ¿No sería preferible llevar una vida más sencilla, menos regulada y clasista? Son preguntas que se plantea la mayor de las hijas de los Crawley, que percibe cómo todo ese pequeño mundo antiguo se tambalea ante el auge de las nuevas ideas, el peligro siempre acechante de la guerra y la irrupción dela mujer en una sociedad imperiosamente necesitada del genio femenino.

 

 

Juan Jesús de Cózar