Sábado de la 13ª semana del Tiempo Ordinario (C)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (9, 14-17)

Los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan».

Comentario

«¿Es que pueden guardar luto los amigos del novio, mientras el novio está con ellos?»

Que los tiempos cambian y que lo hacen con una rapidez cada vez mayor es algo más que evidente. Algunos, animados y embriagados por tantos y tan vertiginosos cambios sociales, pretenden que en la Iglesia se reflejen éstos, aunque suponga abandonar la doctrina.

Cierto que nos dice el Señor que el «vino nuevo se echa en odres nuevos», porque Él traía la novedad a la relación que los hombres tenían con Diois; es el «vino nuevo» que embriaga el corazón del hombre para que pueda experimentar el gran amor. En Cristo está toda la novedad, ya no hay nada nuevo en la revelación, en Él todo lo que Dios tiene que decir.

Si vivimos con Cristo y queremos anunciar a Cristo, no se trata de sucumbir a las tendencias del momento cultural o social actual, se trata de vivir con alegría nuestra amistad y fidelidad con el Señor y así anunciar su amor a todos. Hay quienes pretenden cambiar la doctrina cuando lo que tenemos que cambiar es nuestra vida para ser fieles al mensaje del Evangelio. Y el primer testimonio, antes que nuestra palabra, incluso antes que cualquier obra que podamos hacer, es nuestro semblante.

Nuestro rostro tiene que ser el primer anuncio del mensaje de Jesucristo, y muchas veces al ver las caras tenemos que preguntar al igual que el Señor «¿es que pueden guardar luto los amigos del novio, mientras el novio está con ellos?» Alegremos el semblante, expresemos en el rostro la alegría de sentir la presencia de Jesucristo en nuestro corazón y dejemos de pretender «cambiar el vino cuando lo que hay que cambiar son los odres».

 

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