La brigada de la cocina

Hay que reconocer que el cine francés está actualmente a la cabeza del pelotón europeo. Francia produce mucho y con un nivel medio-alto de calidad cinematográfica. Quizá por tradición, sus guionistas y directores manejan con bastante habilidad las claves de la comedia, y desde un par de décadas atrás vienen ofreciendo al público lujosos filmes de género que traspasan sus fronteras. Méritos que no ocultan, sin embargo, la pobreza antropológica, el toque de cinismo o la voluntad de provocar que muestran algunos de sus productos.

“La brigada de la cocina”, dirigida por Louis-Julien Petit y estrenada en España el pasado 17 de junio, está en el ‘lado bueno’. Una comedia social positiva, sencilla y bonita, que no descubre la pólvora pero que deja un sabor de boca agradable en el espectador. La historia que nos cuenta se mueve a dos niveles: personal y colectivo. Por un lado, seremos testigos de la evolución interior de Cathy Marie (Audrey Lamy), una estricta chef de cocina que se niega a pasar por el aro de las imposiciones culinarias de su famosa y televisiva jefa. Después de abandonar su trabajo, acabará aceptando el puesto de cocinera en un centro para inmigrantes regido por Lorenzo (François Cluzet), persona de gran sensibilidad social. Por otro, tenemos a los chicos: desubicados, preocupados…, pero de buen corazón.

De modo que con dos grandes actores, un argumento lineal pero atractivo, buenas dosis de humor y un ritmo ajustado, “La brigada de la cocina” nos ofrece un grato menú que se saborea con gusto y se digiere sin esfuerzo. Al plato se le puede achacar un exceso de buenismo, socorrido sucedáneo a falta de superiores motivaciones en el diseño de los personajes. Apenas hay aristas: los chicos son colaboradores y los pocos dardos críticos apuntan en todo caso a la administración francesa. En este sentido, está por debajo de la notable “Especiales”, una cinta de 2019 ya reseñada en esta esta sección, que sí profundiza en los fundamentos de la labor social que realizan los protagonistas.

Pero películas como esta no sobran. Y aunque la realidad no siempre sea tan optimista como la presenta “La brigada de la cocina”, no hay que olvidar que el cine cumple también una función social alentadora, cuando actúa como contraste a los vaivenes de una sociedad tantas veces desmoralizada. Frank Capra sí que lo sabía.

Juan Jesús de Cózar

 

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