San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia (A)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (11, 28-30)

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Comentario

Venid a mí todos los que estáis cansados

Jesús atrae hacia a él a todos. Ese ‘venid a mí’ es una invitación al descanso, a presentarse ante el Padre sin fingimiento, sin ocultar el desánimo, la fatiga o el agobio. Tal como eres. No tal como te ves o cómo te encuentran los demás, ni siquiera cómo querrías ser según esa imagen idealizada que nos fabricamos de nosotros mismos… y que nos cansa y nos agota porque nunca somos capaces de alcanzarla por nuestros propios medios. Dios llama, a través del único mediador entre Él y los hombres, a presentarse en pos de la misericordia. La invitación de Jesús no dice que se acabará con el yugo y que no habrá que llevar carga, sino que el uno y la otra serán llevaderos, apropiados, proporcionados a las fuerzas de cada cual. En la primera lectura, el segundo Isaías nos ha introducido en el misterio del auxilio de la fuerza divina: «Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas de águila, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan». Pídela hoy, pide que el Espíritu te asista para soportar la carga y llevar el yugo con la paz interior que solo viene de lo Alto.

 

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