Jueves de la V semana del Tiempo Ordinario (B)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos ( 7, 24-30)

Desde allí fue a la región de Tiro. Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse. Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: «Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella replicó: «Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». Él le contestó:

«Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija». Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.

Dice San Agustín en el comentario de este Evangelio que la mujer fue cambiada de perro (el calificativo desdeñoso con que los israelitas designaban a los pueblos vecinos idólatras) a hombre, restituida su dignidad al postrarse ante el Hijo de Dios y porfiar con él para obtener una migaja de su misericordia. Esta cananea de origen griego (doblemente pagana) por completo extraña al pueblo elegido es el símbolo más acabado de la propia Iglesia, que es universal y no es de ninguna cultura en particular como habitualmente tendemos a creer basando nuestro razonamiento en motivos tradicionales, culturales o sociales. No se es cristiano porque uno nazca (ese es el significado de los hijos en la parábola) en una sociedad que se dice a sí misma cristiana o que conserva tradiciones culturales o sociales de raíz cristiana aunque sean tan vivas y poderosas como las que reconocemos en nuestro ambiente; se es cristiano porque se sigue a Cristo, porque ese encuentro personal ilumina la vida de tal modo que todas las demás razones decaen y se fundamenta la existencia en la roca inamovible del Señor. Esta cananea así lo proclama. Marcos dirige su evangelio a una comunidad de origen griego que no proviene del judaísmo: son cristianos porque han elegido seguir a Cristo. ¿Es esa tu realidad?

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