Santa Teresa Benedicta de la Cruz (C)

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,24-28):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad.»

 

Comentario

Llega el esposo

Cinco vírgenes prudentes (o sensatas) frente a cinco vírgenes necias. Las primeras están provistas de aceite con que alimentar la palmatoria mientras esperan al esposo. Las otras, se duermen y se quedan sin provisiones. No es que las sensatas sean duras de corazón y se nieguen a compartir, es que la exigencia, el alistamiento con todas las vituallas para el camino, es personal. ¿Cómo andas tú de aceite para alimentar la lámpara de tu fe? Puedes pedir que te contagien la fe como se prende una llama de otro pabilo que arde, pero si no tiene combustible, se echará a perder. Algo de eso sucede con nuestra vida espiritual: si no se alimenta convenientemente, se extinguirá la llamita prendida y nos sucederá como a las vírgenes necias. La Iglesia celebra hoy a Santa Teresa Benedicta de la Cruz, carmelita gaseada en Auschwitz-Birkenau, perseguida por sus orígenes judíos. Su llama no se extinguió aun en el sórdido mundo del campo de exterminio nazi. Su obra filosófica, su lección de vida y, sobre todo, su amor a Cristo hacen que su historia nos alumbre y mantenga viva en nosotros la necesaria tensión escatológica.

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