Miércoles de la 10ª semana del Tiempo Ordinario (A)

Lectura del santo evangelio según San Mateo (5, 17-19)

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Comentario

Quien los cumpla será grande

La creencia del pueblo judío se resumía en la Ley (Moisés) y los Profetas (Elías), de modo que toda su historia de salvación es una sucesión de momentos en progresión desde el momento en que Yahvé se escogió a Israel como el pueblo elegido y selló su alianza con Abrahán. Nada había que hubiera interrumpido ese hilo de amor entre Dios y los hombres. La idea de la hebra que se sigue anudando indefinidamente puede hacernos una idea de lo que Jesús explica a sus discípulos: no hay discontinuidad entre la historia de salvación de los israelitas y su venida. La Encarnación no rompe con nada previo, no se produce ninguna ruptura, sino que los cabos se anudan para seguir componiendo la escala con que los hombres pueden alcanzar a tener vida eterna. Esto es lo que hay que cumplir y lo que hay que enseñar como Jesús se encarga de resaltar. Entre la primera línea de la Palabra en el Génesis y la última en el Apocalipsis no hay nada que haya roto la continuidad y mucho menos la Palabra misma encarnada.

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